Ensenada, Baja California, México, 17 de abril de 2015. Como parte del programa de investigación oceanográfica que un consorcio integrado por 9 institutos, universidades y centros de investigación liderados por el CICESE desarrollará en el Golfo de México, comenzó la integración de una red de observatorios marinos y costeros que contará con herramientas especializadas para realizar estudios sistemáticos en esta provincia oceanográfica en los próximos cinco años.
Esta red de observatorios marinos y costeros, informó el responsable de este subproyecto, Dr. Francisco Ocampo Torres, investigador del Departamento de Oceanografía Física del CICESE, estará compuesta por boyas oceanográficas superficiales, anclajes con sensores diversos, planeadores submarinos (gliders), sensores, radares y robots. Además, se tomarán imágenes de la superficie del mar desde aviones y satélites.
Se trata de la primera de las cinco grandes líneas de acción que integran el megaproyecto “Plataformas de observación oceanográfica, línea base, modelos de simulación y escenarios de la capacidad natural de respuesta ante derrames de gran escala en el Golfo de México”, el proyecto oceanográfico más ambicioso y complejo que haya implementado nuestro país que, con un monto de 1,500 millones de pesos, es financiado por el CONACYT y la Secretaría de Energía.
Las otras líneas de acción o subproyectos en que fue dividido el megaproyecto se denominan Línea base y monitoreo ambiental; Modelos numéricos de circulación y biogeoquímica; Degradación natural de hidrocarburos, y Análisis de escenarios de derrames.
Algo que caracteriza esta primer línea de acción, llamada Plataformas de observación oceanográfica, es el apoyo de alta tecnología en telecomunicaciones. Por ejemplo, en el desarrollo y diseño de planeadores submarinos (gliders) y robots.
Un glider es un planeador submarino que puede liberarse incluso desde una pequeña embarcación. Pueden sumergirse hasta más de mil metros de profundidad y durante el trayecto capturar datos de la temperatura, salinidad, oxígeno disuelto y de distintas propiedades y variables que tiene el océano, y que son claves para entenderlo. Esos planeadores emergen después de su viaje (3 días en promedio), y en superficie levantan una antena, transmiten los datos y esperan instrucciones desde una torre de control. Es como tener un dron submarino tomándole el pulso al océano en tiempo real.
Esta línea de acción planea realizar alrededor de 10 campañas de gliders con una duración aproximada de 3 a 4 meses cada una. La idea es tener una flota de 2 o 4 gliders funcionando simultáneamente y de manera sistemática, monitoreando la columna de agua desde la superficie hasta mil o 1,500 metros de profundidad. Por ello, se necesitará desarrollar un sitio en Internet diseñado para visualizar todas estas observaciones.
Adicionalmente, será necesario capacitarse en el uso de estos equipos para proporcionarles mantenimiento preventivo y correctivo. También se aprovechará la experiencia en el mantenimiento de gliders para diseñar y construir un prototipo mexicano, y hacer un simulador virtual interactivo para entrenar a los operadores de estos drones antes de que los manejen de manera real.
De manera complementaria, se diseñarán, construirán e instalarán alrededor de 20 radares de alta frecuencia en la costa para “mapear” las corrientes superficiales, desde la zona costera hasta unos 200 km mar adentro.
Por otro lado, para determinar las características del oleaje, las corrientes superficiales, así como el intercambio que ocurre entre la superficie del océano y la atmósfera, y entre la capa superficial y las aguas profundas, se pretenden usar dos tipos de boyas oceanográficas: unas costeras y las otras de tipo BOMM.
¿Y cómo se van a comunicar estos equipos? Bueno, pues es necesario proveer los medios de conectividad satelital e inalámbricos necesarios para recolectar de manera remota la información obtenida in situ por las boyas. Esto se hará con dos tipos de sistemas, uno que sirva para comunicar las boyas, y otro para comunicar cada flotador con un satélite, y del satélite hacia el laboratorio.
Para tener un registro continuo, sistemático y con gran detalle del relieve del fondo marino y de las características de las rocas y sedimentos que lo componen, particularmente en aguas profundas de la región de Perdido -que es donde probablemente inicie la extracción de petróleo en aguas profundas-, en el talud continental del Golfo de México, se comprará e instalará un moderno sonar en el buque oceanográfico Justo Sierra, de la UNAM, el cual será utilizado en las actividades de este subproyecto.
Francisco Ocampo explicó que el Golfo de México tiene dos fronteras bien definidas: los estrechos de Florida y de Yucatán, por donde salen y entran, respectivamente, grandes masas de agua. Entendiendo cómo son las condiciones en ambos umbrales se pueden determinar varias cosas que pasan en el interior del golfo, como la tasa de renovación de las aguas a profundidades mayores de 2 mil metros, o el desprendimiento de remolinos a partir de una de las principales corrientes que lo atraviesan, la corriente de Lazo. Para lograr esto, se planea instalar y reinstalar 17 anclajes (distribuidos en el canal de Yucatán y en el estrecho de Florida) para medir corrientes y temperatura a distintas profundidades de la columna de agua.
En otro aspecto de esta línea de acción, una de las instituciones participantes diseñará y construirá un sistema para tomar muestras del fondo marino (un nucleador) para el robot Seaeye Lynx, propiedad de la UNAM. Este es un vehículo operado remotamente (ROV) con un rango de operación hasta de 1,500 metros de profundidad. Hasta ahora ha sido utilizada como herramienta de inspección profunda, pero como tiene varias opciones útiles, como una salida trifásica de 440 vac (voltios de corriente alterna), se le pretende adaptar un nucleador para tomar muestras del suelo marino a grandes profundidades.
Como responsables de estos subproyectos figuran investigadores del Instituto de Investigaciones Oceanológicas de la UABC, del Instituto de Geofísica de la UNAM, del Centro de Ingeniería y Desarrollo Industrial (CIDESI) y del CICESE.