Ensenada, Baja California, México, 17 de julio de 2015. El dato es contundente. Baja California es el estado con mayor proporción de población que vive en zonas con desertificación extrema, según un estudio que presentó la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) hace un año. Le siguen Sonora y el Distrito Federal.
Por definición, la desertificación es un proceso de degradación ecológica en el que suelo fértil y productivo pierde su potencial de producción, según explicó la Dra. Tereza Cavazos Pérez, especialista del CICESE en temas de cambio climático y climatología regional, quien señaló que este proceso tiene diferentes causas.
Tiene que ver, por un lado, con la cantidad de precipitación que cae en una región, indicó el Dr. Cuauhtémoc Turrent Thompson, quien se ha especializado también en climatología, y por el otro, con el uso que se le da al suelo.
Por ejemplo, agrega la Dra. Cavazos: la explotación extensiva de zonas agrícolas por el aumento de la población, lleva a que el suelo se agote. Otro factor es la deforestación, pues una vez que hay poca vegetación, el suelo se erosiona muy fácilmente. El viento, el escurrimiento de las lluvias y a veces la sequía intervienen como factor (al haber poca agua puede ocurrir la pérdida de vegetación). Es una retroalimentación de diferentes procesos.
El ser humano juega un papel muy importante en los procesos de desertificación, pero existen desiertos y zonas áridas naturales que se encuentran en los trópicos y subtrópicos, continuó diciendo. Nosotros en Baja California estamos en el subtrópico, y somos una zona entre árida y semiárida, donde llueve menos que el promedio nacional. Pero estas zonas se pueden expandir debido al sobre uso de la tierra, como por ejemplo, con la sobre explotación por ganadería.
Cuauhtémoc Turrent complementa: el clima cambia por muchas cosas, es un sistema muy complejo. Enmarcando el tema con el calentamiento global que estamos observando, hasta hace relativamente poco tiempo todavía estaba la duda de si ese calentamiento era por causas naturales o es un efecto de actividades generadas por el hombre. En los últimos años resalta el consenso de que se trata de un efecto antropogénico. Pero en el cambio de uso de suelo no hay ninguna duda. Si vemos imágenes de satélite de cómo ha ido cambiando la extensión de los bosques a lo largo de los últimos 15 años, no hay duda que es por efecto de la actividad humana.
Si tenemos factores de riesgo naturales como los incendios, y los combinamos con procesos de deforestación, falta de agua, la transformación de ciertas áreas en más desarrollos urbanos y sobreexplotación de suelos agrícolas, ocurrirá un cambio drástico a nivel planetario.
A nivel nacional, la Red Mexicana contra la Desertificación informó este año que la pérdida de fertilidad limita la productividad en 18 por ciento de la superficie del país. La erosión hídrica afecta 12 por ciento de la superficie, y la erosión eólica 9 por ciento. Ese 18 por ciento es importante, advirtió la Dra. Cavazos, considerando que 65 por ciento de la superficie nacional es semiárida, es decir, frágil.
Y abundó: Baja California es el estado más frágil del país porque es el más árido. Tenemos pocos bosques, no tenemos ríos y la falta de precipitación nos ha llevado a una sequía en los últimos años.
El Dr. Turrent explicó gráficamente los que ha pasado con las lluvias en la entidad. Dijo que generalmente se presentan en invierno debido al efecto de las tormentas que ocurren en el Pacífico norte y que se desplazan a California y a Baja California en esa época del año. Sin embargo, se ha generado un centro de alta presión muy grande, de varios miles de kilómetros de diámetro, sobre el margen occidental de América del Norte (Estados Unidos y Canadá) que nos ha bloqueado en los últimos tres inviernos la mayoría de estas tormentas de origen polar, provocando así tres inviernos consecutivos en los que se tenido muy poca precipitación en nuestra región.
Aunado a esto, los tres eventos de baja precipitación al parecer están asociados a otras causas naturales.
El invierno de 2012 está asociado a un evento “La Niña”, caracterizado por una temperatura superficial del mar más fría que lo normal en esta zona y, por lo tanto, con poca precipitación. Los dos siguientes, el de 2013 y el de 2014 ocurrieron cuando el fenómeno de “El Niño” estaba queriéndose formar, es decir, en años neutrales. Ahora para 2015 está pronosticado que tendremos un evento “El Niño”, en el que la temperatura superficial del mar es anómalamente más cálida frente a nuestras costas, lo cual se asocia aquí a precipitaciones por arriba del promedio.
Volviendo a la fragilidad de nuestro estado, ¿estamos ante una situación potencialmente catastrófica?
Sí, señala categórico el Dr. Turrent, porque la pérdida de extensión de los bosques, y la pérdida general de vegetación no es el único factor de cuidado al que nos enfrentamos con la desertificación. Otros procesos incluyen el cambio de prácticas agrícolas, que han variado en años recientes.
¿Hacia allá vamos en Baja California? Tere Cavazos señaló que en los valles agrícolas de nuestro estado un factor adicional es la evaporación, porque vuelve más salina la tierra. Esto es más importante sobre todo en la zona agrícola del valle de Mexicali, que tiene mucha irrigación y en donde las prácticas agrícolas quizá no son las más adecuadas con relación al uso del agua. Entonces hay una gran evaporación, se generan grandes cantidades de sal y ese es otro factor que afecta el suelo, porque lo agota.
Para finalizar, el Dr. Turrent aclaró que en el CICESE no existen estudios específicos sobre erosión. Nuestras líneas de investigación tienen más que ver con la cuestión climática, con procesos asociados a la variabilidad natural del clima, como la sequía que afrontamos y cuyos efectos más grandes están ocurriendo al norte de nuestro estado, en California.
Pero el futuro que tenemos enfrente implica la interacción entre las actividades humanas y los procesos de variabilidad naturales, y encima de estos un cambio de clima que tiene un importante componente antropogénico, advirtió.