Ensenada, Baja California, México, 15 de abril de 2016. La visita que un avión cazahuracanes de Estados Unidos hizo a San José del Cabo pasado el 11 de abril, a pocas semanas de que inicie la temporada de ciclones en 2016, hace pertinente la pregunta: ¿Qué se hace en el CICESE con la información que proporciona uno de estos aviones?
El Dr. Luis Manuel Farfán Molina, investigador del CICESE en la Unidad La Paz (ULP), en Baja California Sur, y uno de los pocos especialistas que tiene México en el tema, explicó que de manera indirecta la información se utiliza en la estimación de la posición e intensidad de los ciclones que se monitorean en tiempo real. Se obtiene la distancia del centro del ciclón hasta Cabo San Lucas, en un proceso que se actualiza cada seis horas.
Tales estimaciones, agregó, son resultado de las actividades de colaboración que desde hace varias temporadas realiza el personal de la ULP de este centro de investigación y del Departamento de Cómputo del CICESE en Ensenada.
“También, por medio de los reportes especiales que se reciben por internet, se les procesa de forma automática y son utilizados como complemento para iniciar pronósticos del tiempo con un modelo numérico del tipo HWRF. Cada pronóstico tiene un plazo de cinco días en el futuro y estima la evolución del vórtice, con énfasis en los cambios en las condiciones de viento y lluvia en la península de Baja California. En algunos casos, la información del avión se utiliza en estudios de eventos históricos que hayan afectado a las poblaciones costeras del Pacífico mexicano”, indicó.
Los ciclones tropicales son vórtices atmosféricos que se desarrollan sobre regiones del océano relativamente cálidas y cercanas al ecuador. Estos vórtices se caracterizan por una circulación que gira en el sentido contrario a las manecillas del reloj, en el hemisferio norte, y un desplazamiento de varios miles de kilómetros durante periodos que van de días hasta varias semanas. La evolución de los ciclones proporciona cambios relevantes en el contenido de humedad, nubosidad y lluvia sobre varias regiones del continente americano, incluyendo las zonas costeras de México.
De acuerdo con el investigador, cada temporada, entre mayo y diciembre, hay un promedio 26 ciclones tropicales en las dos cuencas que rodean a México: alrededor de 15 en la cuenca del Pacífico oriental mientras que 11 en el Golfo de México y Mar Caribe. Su monitoreo inició a mediados del siglo XIX. Las primeras observaciones provenían de informes de barcos mercantes y, posteriormente, de aviones. Ahora se complementa con lo que detectan radares meteorológicos y satélites geoestacionarios. Toda esta información es usada para identificar patrones de estructura asociados a la formación, intensificación, disipación e impacto sobre tierra de los ciclones.
Como parte de las actividades de preparación al público, previas al inicio de la temporada activa, los gobiernos de Estados Unidos, de México y de países en Centro América y el Caribe, realizan una serie de eventos que incluyen la visita de aviones “cazahuracanes”. Básicamente, existen dos tipos de aeronaves para documentar la estructura interna de un ciclón tropical, ambos de turbohélices. El primer tipo es un avión tipo Hércules (Lockheed WC-130J), tripulado por personal de la fuerza aérea, mientras que el segundo cuenta con equipo más especializado con fines de investigación científica.
Su misión es confirmar el inicio de una circulación bien definida y, en vuelos posteriores, determinar la estructura interna que se puede clasificar como depresión tropical (vientos hasta 62 km/h), tormenta tropical (62 a 120 km/h) o huracán (mayores a 120 km/h) dependiendo de la velocidad máxima de viento. La información precisa es de utilidad para generar los pronósticos de trayectoria e intensidad de cada ciclón activo, aunque no todos los ciclones cuentan con vuelos. Los vuelos son, principalmente, en ciclones relativamente intensos que están por entrar a tierra y que son de peligro para la población.
En San José del Cabo, el 11 de abril de 2016 estuvieron presentes representantes del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos con su director y dos miembros del personal operativo. Por parte de México, se contó con una comitiva de la Coordinación General del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) y la Comisión Nacional del Agua en Baja California Sur. Asistieron representantes de protección civil así como de instituciones educativas de la región, incluyendo estudiantes.
En los siguientes días, el avión realizó eventos similares en Puerto Vallarta, Tegucigalpa (Honduras), Tortola (Islas Vírgenes Británicas) y Ponce (Puerto Rico). De acuerdo al SMN, desde 1998, los aeropuertos mexicanos que han sido visitados son Los Cabos, Mazatlán, Puerto Vallarta, Manzanillo, Acapulco, Zihuatanejo, Huatulco, Tuxtla Gutiérrez, Matamoros, Tampico, Poza Rica, Veracruz, Villahermosa, Campeche, Mérida, Cancún, Cozumel, Chetumal y La Paz. Este último en marzo de 2005.
Como ejemplo práctico, durante la temporada 2015 se realizaron vuelos en el Pacífico oriental para investigar los ciclones Blanca, Carlos, Guillermo, Hilda, Ignacio, Marty y Patricia. Blanca entró a tierra por la región central de la península de Baja California en junio, mientras que Patricia lo hizo en octubre por Jalisco. Este último es considerado uno de los más intensos que se han identificado en la cuenca.
El vuelo que el cazahuracanes hizo el 22 de octubre de 2015 duró más de siete horas, tres de ellas en el interior de Patricia. Determinó vientos de hasta 213 km/h, correspondiente a un huracán categoría 4. En su intensidad máxima, Patricia alcanzó la categoría 5 mientras un avión detectó vientos de hasta 325 km/h a sólo cinco horas antes de que entrara a tierra.