Ensenada, Baja California, México, 31 de diciembre de 2016. Cada año una especie de ganso conocida como branta negra emprende un viaje migratorio de 4,500 kilómetros sin parar desde el Ártico hacia las costas de Baja California, específicamente a la Bahía de San Quintín, donde se encuentra un humedal clave para su alimentación durante su periodo no reproductivo; así obtiene las reservas energéticas necesarias para su futura anidación en el norte.
En la Bahía de San Quintín se concentra una población de más de 20,000 brantas negras durante el invierno y más de 30,000 durante la migración de primavera, por eso es considerado un lugar apropiado para estudiar esta especie, conocida científicamente como Branta bernicla nigricans.
Desde 1949 la migración de la branta negra había sido monitoreada mediante censos aéreos por especialistas de la US-Fish y la Wildlife Service, pero luego de ser interrumpido dicho monitoreo en 2010, una red de observadores coordinada por el CICESE reanudó las labores en 2011. Actualmente realizan el monitoreo de la población de brantas desde tierra y en embarcaciones menores.
Eduardo Palacios, investigador en el área de Biología de la Conservación del CICESE unidad La Paz, es el coordinador de la red de observadores de aves en todo el noroeste de México que monitorea a la branta negra en colaboración con grupos de observadores en Alaska.
“Lo que hacemos es que durante una ventana de tiempo de dos semanas en enero (a mitad del invierno), realizamos un conteo de las poblaciones en las lagunas costeras del noroeste de México, es decir, hacemos un censo completo de la población de brantas y de esa forma tenemos una fotografía de la abundancia y distribución en todo el noroeste de México”, comentó el doctor Palacios.
El trabajo en conjunto de este grupo ayuda a establecer las tasas de aprovechamiento para la cacería de la especie, pues, aunque la branta negra está protegida legalmente por ser una especie amenazada de acuerdo a la Norma Oficial Mexicana 059, también es de importancia cinegética para México; por ello, contar con un registro anual de su abundancia y distribución es vital para su conservación.
Su importancia en el ecosistema
Durante el invierno, en la Bahía de San Quintín, la branta negra se alimenta principalmente de pastos marinos, especialmente Zostera marina, una especie de vegetación clave para la producción de detritus (residuos provenientes de la descomposición de materia orgánica) que a su vez es alimento para el camarón y la langosta, especies de importancia económica para Baja California.
De acuerdo con el experto en aves, Eduardo Palacios, la migración de la branta negra sirve como indicador de la calidad de los pastos marinos de la región, ya que el cambio climático ha impactado en la disminución de la población de esta especie.
“El cambio climático hace que los pastos marinos en Alaska duren menos tiempo congelados ofreciendo mayor alimento para las brantas, lo cual hace que se queden en el norte. El cambio climático también calienta el agua y el pasto marino no prospera con el agua caliente; menos pasto marino se traduce en menos hábitat disponible para las brantas y, por lo tanto, menor capacidad de carga en las lagunas costeras”, enfatizó el doctor Eduardo Palacios.
La estadía de las aves migratorias en los sitios no reproductivos es para alimentarse y recargarse de energía, ya que no alimentarse o no descansar lo suficiente puede tener repercusiones en su supervivencia y en el éxito de anidación.
Migración de la branta negra
La branta negra anida al norte de Alaska, en el Ártico, y en otoño las brantas de distintas áreas de reproducción se reúnen en la Laguna de Izembek, ubicada al inicio de las islas Aleutianas, donde permanecen alrededor de dos a tres meses en los que mudan sus plumas y acumulan reservas de energía para emprender su gran viaje.
De un solo vuelo, sin escalas, 60% de su población viaja más de 4,500 kilómetros sobre el mar para pasar el invierno en la península de Baja California. Aprovechan una baja presión que las trae con el viento de cola, en un viaje que dura más de 50 horas, es decir, poco más de dos días sin parar.
Algunos grupos de branta negra viajan a las costas de Japón, Corea y China, otros se quedan a lo largo de la costa oeste de Norteamérica: British Columbia, Washington, Oregon y California. El sitio que seleccionan para pasar el invierno determina su éxito reproductivo, ya que ahí obtienen las reservas de energía necesarias para su anidación.
¡Se recomienda no espantar a las aves!
Espantar a las aves que se encuentran descansando podría resultarnos divertido o atractivo cuando vemos emprender el vuelo de toda la parvada; sin embargo, esta acción es catalogada como disturbio humano y puede causar la muerte de las aves.
“Probablemente no se muera ahí en ese momento, pero a lo largo de la ruta migratoria pueden morir a causa de eso, o bien, no llegar en condiciones apropiadas para su reproducción y no tener éxito”; por lo anterior, es recomendable no espantar a las aves, argumentó el investigador del CICESE Unidad La Paz.