Ensenada, Baja California, México, 3 de abril de 2017. Al día de hoy, el mar contribuye con una gran cantidad de servicios y es una componente importante en la economía de los países. Esto, el uso de los océanos, la llamada economía azul, va a requerir mayor interacción, coordinación y vinculación de los grupos de investigación, y aplicar lo que se hace en ciencia básica para dar respuesta a muchísimas de las preguntas que existen, así como para tratar de solucionar los problemas que demandan atención y un uso sustentable de los recursos.
Esto trascendió al iniciar hoy aquí la reunión anual del Consorcio de Investigación del Golfo de México (CIGoM), un grupo de investigación que lidera el proyecto más importante en el ámbito oceanográfico que se realiza en aguas mexicanas (con financiación del fondo sectorial SENER-CONACYT-Hidrocarburos), el cual concluyó en marzo de este año su primera etapa tras dos años de trabajo, logrando 97% de sus actividades cumplidas y 85% del presupuesto ejercido.
En la apertura de los trabajos de esta reunión, el coordinador técnico del consorcio e investigador de este centro, Juan Carlos Herguera García, destacó que además del foco principal del proyecto, que es el desarrollar las herramientas necesarias de observación, de línea base, de modelación, que puedan ayudar en las tareas de mitigación en caso de ocurra un gran derrame de hidrocarburos, tiene grandes posibilidades en cuanto a poder evaluar cómo está funcionando el medio ambiente o el gran ecosistema del Golfo de México. “Ese conocimiento que estamos generando creo que también sienta las bases de lo que puede ser un conocimiento a más largo plazo, que atienda las necesidades de bienestar de nuestra sociedad”.
Informó que el pasado 24 de febrero tuvieron una reunión con la Subcomisión de Evaluación de este fondo sectorial en donde se aprobó el informe de la etapa 1 del proyecto, luego de alcanzar exitosamente los tres grandes logros que estaban comprometidos (llamados hitos) y dos entregables, además de haber entregado los avances técnicos y financieros.
“Quiero aclarar que no ha sido una tarea fácil. Especialmente quiero destacar la tarea y la gran labor que ha hecho el CIDESI para poder modificar el ROV (vehículo operado remotamente, en inglés) que era puramente observacional y convertirlo en un ROV interactivo, que puede tomar muestras, guardarlas y traerlas a superficie, y que antes no podía hacerlo”. La reconversión de este ROV constituyó el primero de los hitos que se cumplieron, junto a un simulador virtual interactivo de gliders para el entrenamiento de los operadores y la terminación de los censos aéreos de cetáceos para seleccionar las especies y zonas en las que se hará marcaje satelital.
El Dr. Herguera consideró como un gran trabajo el poder haber iniciado un proyecto con estas dimensiones: “creo que nunca habíamos hecho algo de esta magnitud, todos juntos”. Sin embargo, dijo que concluir exitosamente la primera etapa del proyecto fue, hasta cierto punto, algo fácil, dados los compromisos que se avecinan en la segunda etapa.
“En la segunda etapa tenemos, de los 39 subproyectos que constituyen el megaproyecto, 87 actividades que cumplir, además de 7 entregables y 5 hitos. Pero creo que ya tenemos la experiencia como para poder emprender con esos hitos y otros desafíos que tenemos por delante”, aseguró.
La reunión anual de este consorcio contempla la realización de sesiones plenarias de discusión, talleres, presentaciones orales y de carteles. La apertura se realizó en el auditorio institucional, y en ella estuvieron presentes cerca de 200 colaboradores académicos y administrativos, así como los directivos de las instituciones que lo integran formalmente: el CICESE, la UNAM (incluyendo el Instituto de Ciencias del Mar y Limnología, el Instituto de Biotecnología, el Centro de Ciencias de la Atmósfera y el Instituto de Geofísica), el CINVESTAV–Mérida, el CIDESI, la UABC y el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático, además de la empresa BajaInnova.
Estuvieron también los doctores Zenón Medina Cetina, de la Universidad de Texas A&M; Sergio Sañudo Wilhelmy, de la Universidad del Sur de California; Francisco Chávez, del Instituto de Investigación del Acuario de Monterey Bay (MBARI), y el M.C. Jorge Silva Ballesteros, del Instituto Mexicano del Petróleo (IMP).
El Dr. Edgar Pavía López, director de la División de Oceanología del CICESE, dimensionó los alcances del CIGoM, el cual comenzó formalmente actividades el 5 de marzo de 2015 al iniciar el proyecto denominado “Implementación de redes de observaciones oceanográficas (físicas, geoquímicas, ecológicas) para la generación de escenarios ante contingencias relacionadas a la exploración y producción de hidrocarburos en aguas profundas del Golfo de México”, bajo la coordinación técnica del CICESE.
El financiamiento lo proporciona el Fondo Sectorial SENER-CONACYT-Hidrocarburos. La concepción de la propuesta fue respuesta a una demanda de información hecha por PEMEX a través de una convocatoria abierta a nivel nacional. Cuenta con un presupuesto global de poco más de 1,500 millones de pesos distribuidos en cinco años y en tres etapas (la primera de dos años de duración, la segunda también de dos y la tercera de un año).
Explicó que el CIGoM atiende las necesidades inmediatas y a mediano plazo de los sectores energía y medio ambiente al establecer, en una estrategia integral, las posibles consecuencias de derrames de hidrocarburos de gran escala en el Golfo de México, ante el creciente desarrollo de la explotación petrolera en el ambiente marino de las aguas profundas del área de estudio. Consideró que guarda un especial balance entre la generación de conocimiento científico básico y la ciencia aplicada, y contempla la implementación de tecnologías de frontera en diversas áreas del conocimiento.
Dijo que por su naturaleza científica y estructura administrativa, el proyecto es altamente interdisciplinario y exige la colaboración de expertos de diversas áreas del conocimiento y el trabajo en conjunto de más de 200 investigadores e instituciones dentro y fuera del consorcio. Contempla desarrollos tecnológicos de gran utilidad para el país, y contribuirá al acervo nacional de personal técnico altamente capacitado para enfrentar los retos ambientales asociados no sólo a la explotación de hidrocarburos en aguas profundas sino también al cuidado y entendimiento de los sistemas marinos.