Ensenada, Baja California, México, 18 de noviembre de 2011. Este año, México destinó al Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 47 mil 781 millones de pesos a investigación aplicada y el desarrollo tecnológico, lo que representa 0.4 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).
De acuerdo con la Encuesta sobre la Percepción Pública de la Ciencia y la Tecnología en México realizada en 2009, que elaboraron el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), 83.6 por ciento de los mexicanos reconocen que “confiamos demasiado en la fe y muy poco en la ciencia”; 77.6 por ciento piensa que debería haber más personas trabajando en investigación, y cerca de 50 por ciento aseguró que el desarrollo tecnológico origina una manera de vivir “artificial y deshumanizada”. La encuesta concluye que 57.5 por ciento de los mexicanos considera que “debido a sus conocimientos, los investigadores científicos tienen un poder que los hace peligrosos”. Estos aspectos fueron señalados por el Dr. Jorge Cáceres Martínez, investigador del Departamento de Acuicultura del CICESE, en un reciente seminario dictado a estudiantes de posgrado donde les preguntó ¿qué es ciencia? ¿para qué sirve un científico? ¿cómo ve la sociedad a los científicos?, entre otros cuestionamientos que tejieron una respuesta: México requiere con urgencia un cambio de mentalidad. Veamos por qué.
Ciencia es un vocablo latino que significa conocimiento. Se define como el conjunto de conocimientos sistemáticamente estructurados, susceptibles de ser articulados unos con otros. Es inherente al ser humano, por lo que es tan antigua como nuestros más lejanos antepasados.
A la ciencia la podemos dividir en ciencia básica y aplicada. Esta última reconocida como transferencia tecnológica. Ciencia básica es aquella que tiene como objetivo generar conocimiento. Ciencia aplicada es aquella que se encamina a resolver necesidades y problemas humanos. Ambas de relevancia enorme para el desarrollo y progreso de un país. Parte del paradigma de la ciencia es la mentalidad, es decir, en Latinoamérica hemos creído que la ciencia es para países desarrollados, no para nosotros. La idea general es que los países en desarrollo nos debemos dedicar a resolver nuestros problemas inmediatos, como por ejemplo, producir tilapia en grandes cantidades para poder llevar alimento a la gente pobre, construir casas de cartón o hacer rellenos sanitarios.
El Dr. Cáceres se cuestiona ¿ese es el camino? Y responde, pues no. Eso de que nosotros no debemos hacer ciencia básica es un absurdo. Y ese absurdo nos ha llevado a este terrible atraso y dependencia. En una sociedad, para que pueda haber bienes y servicios, se requiere una pirámide donde la base sea la ciencia básica, en medio la ciencia aplicada y en la punta el desarrollo tecnológico. Los países que invierten de manera importante en ciencia básica van a tener elementos para tener conocimientos que se apliquen; eventualmente desarrollar tecnologías y así los conocimientos pasen a la sociedad e incrementar el nivel socioeconómico general. En opinión del Dr. Cáceres, si fincamos el crecimiento de nuestra sociedad en lo que creemos que es ciencia aplicada, o compramos la tecnología en otros lados, estamos fincando nuestras raíces en nada. ¡Fomentemos la ciencia básica en México y el cambio de paradigma mental! ¡Es urgente!