Ensenada, Baja California, México, 15 de noviembre de 2013. Los factores más limitantes para la industria vitivinícola son la disponibilidad de agua y el desarrollo urbano en la zona agrícola, principalmente en el Valle de Guadalupe, por lo que es necesario hacer estudios más detallados sobre los acuíferos en la región, concluyó un estudio multidisciplinario realizado por investigadores del CICESE.
Con el apoyo del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) y a solicitud de la Cámara de Senadores, el estudio Situación actual y bajo escenarios de cambio climático de la industria vitivinícola de Baja California plantea la necesidad de generar acciones sustentables apoyadas transversalmente para mantener la tradición vitivinícola del estado, y planteó nueve estrategias de adaptación, en las que el tema fundamental es la disponibilidad de agua.
“Sabemos que hay una variabilidad de la recarga de los acuíferos en esta región, y en particular en el Valle de Guadalupe, donde la disponibilidad de agua depende de la precipitación, por lo que veremos unos años con más agua y otros con menos, aunque la demanda urbana y agrícola continúe creciendo,” señaló el doctor Thomas Kretzschmar, investigador del Departamento de Geología de CICESE y encargado del aspecto geohidrológico del estudio.
Los resultados actualizados del proyecto fueron presentados este 15 de noviembre en el auditorio “Pedro Ripa” del CICESE por la Dra. Tereza Cavazos, investigadora líder del proyecto, en el cual participaron también los doctores Leonardo Lizárraga, Rufina Hernández, Thomas Kretszchmar y Edgar Pavía, además de un técnico y cuatro estudiantes de maestría y doctorado.
Tras determinar las tendencias de variables como temperatura, precipitación, disponibilidad de agua, enfermedades de la vid y fauna nociva, los resultados de los escenarios regionales de cambio climático indican que la región vitivinícola de Baja California podría seguir siendo apta para la viticultura por los siguientes 90 años, aún y con escenarios que plantean un aumento de 1.5 a 4 grados centígrados a fines de este siglo; pero plantea la necesidad de estudios más detallados sobre la recarga de los acuíferos.
“Esto lo estamos haciendo actualmente en varias tesis de maestría y doctorado con nuestros estudiantes, necesitamos conocer más sobre los procesos de infiltración de agua, que son lo que genera la recarga, saber cuáles son las áreas donde hay una mayor infiltración y qué son las que tenemos que proteger,” aseguró Kretzschmar.
Para ello se necesita de la colaboración de las autoridades, vitivinicultores y de la sociedad en general para no provocar un aumento en el problema del agua, ya que un desarrollo urbano mal planeado representa un daño grave a la imagen del Valle de Guadalupe como zona vitivinícola, coinciden varios investigadores de CICESE involucrados en el proyecto.
“Esto es el punto de vista científico, pero si la industria turística de la región depende de este sector del vino, es ilógico que se quiera cambiar el uso de suelo de esta zona,” afirmó a su vez la doctora Cavazos.
Cabe destacar que el CICESE es parte de la Red Latinoamericana de Centros del Conocimiento en Gestión de Recursos Hídricos (RALCEA), una iniciativa de la Unión Europea cuyo objetivo es la promoción de políticas públicas basadas en el conocimiento científico-técnico en materia del agua en América Latina, y en la que participan investigadores como el Dr. Rogelio Vázquez y el propio Kretzschmar.
El CICESE ha realizado estudios geohidrológicos en Ensenada y el Valle de Guadalupe desde hace más de una década, mismos que han servido como base para generar conocimiento científico sobre la disponibilidad y manejo sustentable del agua en esta región.
Los escenarios de cambio climático entre 2015 y 2039 para temperatura, unidades de calor y precipitación generados con un modelo británico, muestran que en Baja California siguen siendo viables los cultivos de vid, donde la temperatura promedio estaría en 20 grados centígrados, en tanto zonas como Parras de la Fuente, en Coahuila, perdería esta disposición.
Sin embargo, a finales de siglo se prevé para esta región un descenso de 9 por ciento en la precipitación de invierno, junto con un incremento en las lluvias de verano. Este aumento en la humedad relativa en verano sumado al aumento previsto en la temperatura, podría favorecer la permanencia de las enfermedades de la vid en el Valle de Guadalupe y su propagación a otros valles.
De 10 acuíferos que existen a lo largo de la región vitivinícola, sólo tres están en equilibrio: Las Palmas, Real del Castillo y San Vicente. El resto están sobreexplotados, presentan intrusión salina o están sobre concesionados, como es el caso del acuífero del Valle de Guadalupe, cuyo sobreconcesionamiento es el doble de lo óptimo.
El estudio enfatizó además nueve estrategias para coadyuvar con la sustentabilidad de la vitivinicultura a raíz de estas conclusiones: un programa de monitoreo en los viñedos para entender como son afectados por variaciones atmosféricas y plagas, plataformas en línea con datos climáticos, una infraestructura agrícola que permita un uso más eficiente del agua, regular el crecimiento urbano respetando el ordenamiento territorial y la vocación de uso de suelo.
También se agregan el generar iniciativas de ley de apoyo al sector vinos, impulsar la vinculación de los centros de investigación para promover la transferencia del conocimiento, promover la expansión de la región vitivinícola a otras regiones de Baja California, identificar y evaluar las variedades de uva más resistentes al estrés, y al aumento de temperatura y salinidad e implementar obras de retención de agua pluvial en zonas estratégicas.