Ensenada, Baja California, México, 28 de marzo de 2014. Como todo astro, nuestro planeta se mantiene en movimiento, y estudiar los cambios provocados por su energía es de vital importancia para la conservación de los ecosistemas y el desarrollo digno de los seres vivos. Durante 40 años, CICESE ha contribuido al avance de este conocimiento en las Ciencias de la Tierra a través de la geodesia, disciplina cuyo objetivo es medir la forma y las dimensiones de la Tierra para entender la dinámica de su corteza.
A lo largo de estos años, los avances tecnológicos han ayudado a las investigaciones y prácticas de campo para obtener resultados que contribuyen al desarrollo científico. Usando el registro sismológico histórico e instrumental de la Red Geodésica del Noroeste del CICESE, especialistas como Javier González García, investigador del Departamento de Sismología, han podido estimar cuanta energía elástica se acumula en la corteza terrestre y así poder compararla con la liberada en forma de sismos.
Ingeniero geofísico de formación, González García ha realizado estudios geodésicos en CICESE durante los últimos 38 años. En la actualidad, trabaja junto a su hijo Alejandro González, quien está concluyendo su doctorado en la división de Ciencias de la Tierra del CICESE. Alejandro es un experto en la implantación de nueva tecnología en geodesia, como lo es el GPS; sistema que registra con precisión el desplazamiento de puntos en observación pertenecientes a la Red Geodésica del Noroeste de México.
Esta red está constituida por cerca de 100 estaciones temporales y 19 estaciones permanentes en torno al sistema de fallas geológicas de la región. Los datos registrados en cuatro décadas de trabajo ayudan a explicar el comportamiento de los sistemas de fallas, como la de San Andrés, producto natural del choque de la placa tectónica del Pacífico con la Norteamericana.
Con la información que resulta se puede decir: “como en esta región no ha habido un sismo en tantos años, la zona más propensa para que suceda es…”; se pretende poder llegar a decir “en cierto período de tiempo, habrá un sismo de tal magnitud, en tal falla”. A fin de cuentas, el propósito es colaborar en la estimación de peligro sísmico de la región, y he ahí la importancia de estudiar los movimientos de la Tierra con las estaciones geodésicas, asegura González García.
Actualmente, el estudio de la geodesia se hace con monitoreo vía satelital, pero hace cuatro décadas, las mediciones recién empezaban con instrumentos mecánicos y electrónicos, como los geodímetros y distanciómetros; luego llegó el Sistema de Posicionamiento Global (GPS, por sus siglas en ingles).
En 1974, cuando se instaló una de las primeras estaciones geodésicas del CICESE para monitorear la falla de San Miguel, llamada SM01 (San Miguel 01), cerca de la comunidad de Santa Catarina, la dinámica de trabajo consistía en trabajar de noche, en la oscuridad, donde su apoyo instrumental consistía en el distanciómetro, reflectores, termómetros y barómetros.
La medición consistía en colocar el distanciómetro en un sitio y el reflector en otro. El distanciómetro, que emite cientos de pulsos láser cuyo tiempo de viaje de ida y vuelta al reflector, junto con el valor de la velocidad de la luz y correcciones por presión y temperatura, permite obtener una estimación de la distancia entre los sitios de la red. Este trabajo tenía que realizarse en la noche, ya que a plena luz del día, la refracción del Sol impide observar con precisión un objeto puntual más allá de 500 metros.
Con los datos del monitoreo se obtenía la distancia entre los sitios de medición. Los márgenes de error resultaban ser del orden de centímetros, para distancias mayores a 1 kilómetro. Hoy el GPS tiene margen de error en tiempo de picosegundos y en posición, unos cuantos milímetros.
En el futuro cercano de la geodesia a nivel mundial, viene el lanzamiento del sistema actualizado del GPS; existe un sistema ruso (GLONASS), y próximamente se encontrarán en órbita un europeo (GALILEO) y otro chino (BEIDOU), lo que permitirá que el tiempo de observación se reduzca considerablemente, además de poder tener registros más precisos y exactos, quizá con márgenes de error menor a ±2 milímetros.
Esto apoyará los estudios geodésicos en CICESE, con el consecuente incremento en el número de señales por ser registradas y la instalación de más estaciones geodésicas no sólo temporales, sino permanentes y de registro continuo, con lo que se coadyuvará a estudiar otros fenómenos naturales, aparte de la deformación de la corteza terrestre, como lo son la medición del contenido de vapor de agua en la atmosfera circundante a cada estación geodésica, en apoyo a pronóstico meteorológico y la medición precisa del nivel medio del mar en el límite costero para propósitos de evaluación de cambio climático.
Finalmente, la red geodésica como base para control topográfico preciso que conduzca eventualmente a la cuantificación del ciclo del agua en nuestra región. Son investigaciones que trabajan para el hoy y para el mañana.