Ensenada, Baja California, México, 14 de mayo de 2010. La necesidad de aumentar y actualizar los instrumentos para mejorar el registro de los sismos que ocurren en Baja California, de tener mayor acercamiento con la población y con las autoridades, así como el establecimiento de nuevos proyectos de investigación, son parte del aprendizaje que tuvo el CICESE a partir del sismo de Pascua (4 de abril, magnitud 7.2), un evento que demanda reforzar la comunicación y gestoría ante autoridades municipales y estatales, pero que ratificó la pertinencia de otras investigaciones que aquí se están realizando. Entre éstas, el Dr. Luis Delgado Argote, director de la División de Ciencias de la Tierra del CICESE, destacó la que dirige el Dr. John Fletcher –con fondos del CONACYT–, quien ya tenía considerado realizar algunos vuelos de precisión a lo largo de la sierra Cucapá, principalmente del lado de la Laguna Salada, que fue donde “rompió” la falla que generó el sismo. Por eso, al ocurrir éste, sólo replanteó la trayectoria, pudiendo así hacer un reconocimiento de emergencia sobre esta falla que, al parecer, no registraba actividad desde 1892. Otro trabajo importante que se está desarrollando en la zona del valle de Mexicali lo dirige la Dra. Ewa Glowacka. “El estudio es bastante importante: nivelación y deformación del terreno utilizando varias técnicas. Afortunadamente, un mes antes de que ocurriera el sismo había terminado una nivelación de detalle en una porción muy amplia, en los alrededores de la zona epicentral. “Lo que surge entonces es la necesidad de hacer una nivelación después del evento para ver de qué manera se alteró el terreno en diferentes puntos, en vista de que hubo deformación, tanto en sentido vertical como horizontal. El problema principal es que esa nivelación costó un millón de pesos, y en este momento obtener otro millón no es algo fácil, y lo más grave es que si dejamos pasar el tiempo no se va a poder hacer porque vamos a estar en verano. Además, tanto las obras civiles como el efecto del reacomodo natural de las zonas de ruptura evitarán determinar la forma y dimensiones de las deformaciones del terreno”, indicó el investigador. Respecto a las deficiencias en instrumentación, Luis Delgado mencionó que la Red Sismológica del Noroeste de México (RESNOM) opera regularmente con 15 estaciones que cubren desde la costa del Pacífico hasta el valle de Mexicali, en la porción norte de la entidad. Reconoció que poco a poco se han ido sustituyendo algunos de estos instrumentos, pero son pocos si se compara con los cientos de sismómetros que integran las redes del sur de California. Aún así, anunció que se ha establecido contacto con la reserva de la biosfera de “El Pinacate”, para poner un instrumento más y extender las mediciones hacia el este; “sin embargo esas cosas son lentas… con ese equipo RESNOM tendría 16 sismógrafos”. En cuanto a la red de acelerómetros, agregó, las cosas no están tan mal. “Afortunadamente Luis Munguía (responsable de la Red de Acelerógrafos del Noroeste de México –RANM–) consiguió un proyecto del CONACYT y pudo sustituir alrededor de 15 de los 25 equipos que ya tenía instalados. Los instrumentos funcionaron bastante bien y tenemos información de muy buena calidad, con la que se elaboró el informe (sobre el sismo) que está en línea en este momento. Sin embargo, con una red se deben hacer muchas más cosa, como el estudio de las propiedades físicas de la corteza y su geometría”, indicó. Mientras tanto, consideró que la mayor parte de las investigaciones que se están llevando a cabo son adecuadas: “son las que deben hacerse; hay trabajos muy importantes como el que está haciendo José Acosta Chang, quien instrumentó con sismómetros la zona epicentral, es decir, los alrededores de la sierra Cucapá, y también puso acelerómetros en la zona urbana. La idea del proyecto que está llevando a cabo junto con Luis Mendoza Garcilazo, a largo plazo, es obtener mapas de microzonación, cuyo objetivo es conocer la forma en que el terreno va a responder ante la ocurrencia de un sismo”. Respecto al acercamiento que han intentado establecer con la población, consideró: “Claramente hemos hecho un esfuerzo desde hace 15 años a través de las Olimpiadas de Ciencias de la Tierra, para acercar a la población al CICESE e irlos sensibilizando poco a poco sobre la importancia del estudio de las ciencias de la Tierra. Tal vez no hemos sido muy exitosos, o la gente no ha percibido bien cuál es la intención de nuestros programas, que son educativos”. Además, remarcó la necesidad de definir y establecer mecanismos y personas que funcionen como gestores con el sector gobierno para responder ante crisis como la del 4 de abril. “No estábamos preparados para tener gente que trabajara allá en cuestiones de gestión, y las ligas que se empezaron a establecer fueron más improvisadas y personales, que institucionales. Aun así, ya se está gestionando un apoyo especial para RESNOM por parte del gobierno del estado.” Algo similar sucedió durante la primera semana después del sismo con el Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED), instancia que mostró interés en apoyar los estudios relacionados con este evento. “Los investigadores relacionados con la sismología y la tectónica de la región tratamos de ponernos en contacto con el CENAPRED a través de videoconferencia, pero para nuestra mala suerte, el sistema de videoconferencia del CENAPRED no funcionaba; ahora funciona, pero parece que su interés ha disminuido, y la reunión no se ha podido dar”. En el ámbito municipal las cosas están más o menos igual. Una semana antes del temblor, investigadores del CICESE ofrecieron una serie de pláticas a los regidores de Ensenada en temas de agua, clima, riesgo geológico y sismicidad, presentándoles así un panorama amplio sobre los peligros naturales que rodean a nuestro ambiente. “La reunión fue interesante porque la gente tenía una percepción muy distinta acerca de estos fenómenos naturales. Quedamos con la mejor disposición, y ellos también, para establecer programas que fueran más allá de los plazos trienales y sexenales. “Después del evento renació el interés por parte de ellos para que tratáramos de ligar nuestros programas de investigación con los programas sociales que ellos manejan. Las puertas están abiertas, sin embargo, también me parece claro que no tenemos experiencia en cómo hacerlo. Lo más importante es empezar, pues aunque cometamos errores al principio, los detalles se irán afinando y tendremos que ser más eficientes”, señaló.