Ensenada, Baja California, México, 11 de junio de 2010.
La sobreexplotación de algunas poblaciones pesqueras ha orillado a los pescadores a reemplazar los recursos agotados por otros que actualmente sostienen la actividad pesquera, junto con la acuicultura que crece cada año y continúa siendo una alternativa para satisfacer las demandas de este mercado. En este sentido, Baja California es considerada un punto estratégico para diversificar la producción acuícola en México. Aquí, instituciones como el CICESE, se han dedicado a desarrollar técnicas para cultivar diversas especies marinas, como la corvina blanca o el lenguado, y recientemente en colaboración con la UABC se cultiva también la totoaba.
A nivel nacional el CICESE está destacando por tener el primer Laboratorio comercial de producción de semilla de peces marinos, que comenzó hace cinco años como Unidad de producción de semilla de lenguado (Paralichthys californicus), coordinada por los doctores Benjamín Barón Sevilla y Juan Pablo Lazo. Sin embargo, también experimentaron la producción de otras especies como el jurel de Castilla (Seriola lalandi) constituyendo finalmente un laboratorio que busca satisfacer las demandas del mercado. En este espacio cada año se producen diversas especies, lo que implica monitorear diversas fases de producción, comenzando por los cultivos de microalgas ricas en ácidos grasos altamente poliinsaturados (PUFAs, por sus siglas en inglés), que son de suma importancia para los organismos marinos, especialmente porque son nutrientes esenciales para el crecimiento y desarrollo adecuado de larvas de peces, moluscos y crustáceos.
Jesús Mariscal, técnico del Laboratorio comercial de producción de semilla de peces marinos del CICESE, quien se encarga de supervisar toda la producción junto con Uvinai Salgado, comentó que en 2009 las producciones de juveniles de totoaba y lenguado correspondieron a densidades de 100 mil huevos por incubadora (50 larvas por litro). En total se procesaron cinco incubadoras, dos de lenguado y tres de totoaba, pero con muy baja sobrevivencia debido a problemas de canibalismo.
“En cierta etapa de la producción algunas larvas comienzan a crecer más rápido que otras, y si en algún momento del cultivo llega a faltar alimento las larvas más grandes se comerán a las pequeñas y es aquí cuando se dan las pérdidas más grandes en el cultivo. También hubo problemas nutricionales en la totoaba y de albinismo en el lenguado, lo cual ya se está analizando en busca de una solución”, explicó.
Referente a la producción de peces marinos, señaló que actualmente están trabajando con lenguado y planean continuar con totoaba, jurel y probablemente sardina, esta última sólo con propósitos de investigación.
Detalló que la producción de juveniles comienza con huevos o larvas que, en este caso, provienen de desoves de reproductores mantenidos en cautiverio (laboratorio) y de desoves de hembras maduras capturadas en el medio natural, pero cuando no logran obtenerlas localmente, por problemas técnicos, el laboratorio de investigación de Hubbs-Seaworld Research Institute los apoya donando huevos. Sin embargo, para asegurar la disponibilidad de huevos en la región, actualmente están buscando recursos para implementar un programa de mantenimiento de reproductores en el CICESE y en las empresas Pezco S.A. de C.V, para el lenguado y con Bajamachi, para el jurel.
En este proceso las larvas reciben tres tipos de alimento, tanto vivo como balanceado, siendo el tamaño de su boca lo que define el tipo de alimento a suministrar: rotíferos enriquecidos con ácidos grasos, artemia enriquecida y alimento balanceado. Asimismo, como su crecimiento se ve afectado por la temperatura del cultivo y algunos peces crecen más rápido que otros, la duración de cada una de las etapas de alimentación varía. Una vez que los juveniles alcanzan la talla necesaria se cosechan de las incubadoras de las larvas y se transfieren a tanques de cultivo de juveniles que son de mayor capacidad, donde se les alimenta y se da seguimiento a su crecimiento para realizar los ajustes necesarios en su alimentación. Finalmente, los peces producidos en el laboratorio son empleados para experimentos de estudiantes o para ser engordados en granjas comerciales de la región.