Ensenada, Baja California, México, 15 de abril de 2022. La enfermedad de Pierce, las enfermedades de la madera, el enrollamiento de la hoja de vid y más recientemente la de la mancha roja, así como la plaga del piojo harinoso, están presentes en los valles vinícolas de Baja California y representan los mayores riesgos fitosanitarios para vides y viñedos.
Por ello, en los últimos años el grupo de Fitopatología del CICESE ha estudiado aspectos de diagnóstico, caracterización y control de hongos, bacterias y virus que producen estas enfermedades, además de evaluaciones in vitro y en campo, así como la búsqueda de organismos para el control biológico de los patógenos que las ocasionan y de los insectos transmisores, como el piojo harinoso de la vid.
Este grupo está adscrito al Departamento de Microbiología del CICESE, y lo lideran tres investigadores principales: Rufina Hernández Martínez, en fitopatología (hongos, bacterias y nematodos), Jimena Carrillo Tripp, en el área de virología agrícola, y Edgardo Sepúlveda Sánchez, quien trabaja en el área de bacteriología.
La doctora Rufina Hernández informó que desde hace 15 años se realizan estudios sobre enfermedades de la vid en Baja California y Sonora, buscando en todo momento la colaboración con los Comités Estatales de Sanidad Vegetal, la Secretaría de Desarrollo Agropecuario, el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Alimentaria (SENASICA), la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER), y con el apoyo de productores, tanto locales como de Sonora.
Los casos más claros de enfermedades que ya están presentes en viñedos de Baja California, explicó la doctora Jimena Carrillo, son aquellas que provocan el enrojecimiento de las hojas, pues los síntomas en las plantas afectadas son muy claros.
Se trata de la enfermedad del enrollamiento de la hoja (GLD, o grapevine leafroll disease), y de la mancha roja (RBD, o red blotch disease), ambas provocadas por virus. Como algunos de los síntomas se pueden confundir con deficiencias minerales u otras afectaciones -señaló-, es muy recomendable que se tengan diagnósticos, de preferencia moleculares, y que sean confiables.
Jimena Carrillo ingresó al CICESE en 2018 y en ese momento era casi obvio que ya estaban presentes esas dos enfermedades en los viñedos de Baja California, ya sea en ausencia o en presencia de piojo harinoso (Planococcus ficus). “Pero con la entrada del vector (los primeros reportes en la zona costa de Baja California fueron en 2014) se vuelve una bomba de tiempo porque estas enfermedades se pueden dispersar rápidamente. Y si no se da un manejo adecuado el viñedo puede acabarse, hasta en 100 por ciento al cabo de cinco a 10 años de plantadas las vides”, consideró.
Otro tema en el que trabaja este grupo de investigación en el CICESE es la enfermedad de la mancha roja. Jimena Carrillo indicó: “Los síntomas son parecidos a GLD (afecta la calidad y maduración del fruto, reduce sólidos solubles -antocianinas y fenólicos-, y provoca la maduración irregular del racimo), pero no se asocia esta enfermedad a ese otro grupo de virus.
“Los insectos vectores que están reportados son la chicharrita de la vid (Erythroneura ziczac) y el periquito tricornudo (Spissistilus festinus), pero no tenemos idea en Baja California cuáles son. Sabemos es que aquí existe la enfermedad de la mancha roja; de hecho, fuimos los primeros en reportar el virus a nivel nacional, pero no sabemos qué vectores, si los hay, están presentes en Baja California y si pueden diseminar la enfermedad”, aseguró la investigadora.
Otro trabajo que inició el grupo pretende identificar virus del piojo harinoso. Es decir, no los virus que transmite el piojo de planta a planta, sino aquellos que pueden infectar al piojo. Esto puede considerarse un primer paso para desarrollar, a largo plazo, un tratamiento de control biológico o biotecnológico para el control del piojo harinoso, con un enfoque desde la virología.
La búsqueda de organismos para el control biológico del piojo harinoso de la vid también lo aborda la doctora Rufina Hernández, en este caso, integrando una colección de hongos entomopatógenos (capaces de causar una enfermedad al insecto plaga), principalmente del género Metarhizium, así como cepas de bacterias Bacillus spp. y otras especies.
La doctora Hernández Martínez también trabaja con hongos que afectan la madera de la vid, los cuales producen una sintomatología muy característica que se llama cancro con forma de cuña.
“Estamos trabajando principalmente en Baja California, pero hemos tomado muestras en Sonora, Chihuahua y Coahuila. Mediante cultivo y caracterización molecular se han caracterizado cepas; hemos encontrado mucha diversidad y que algunos toleran temperaturas muy altas (hasta 40 grados centígrados) y los hemos encontrado en Sonora y Baja California, en donde las temperaturas son extremas en verano”.
Otra línea de investigación que destaca la doctora Rufina Hernández es la caracterización de hongos de la madera asociados a vides criollas de Baja California. “Se trata de nuestras vides patrimoniales, que llevan muchos años en esta región, como la Misión o Rosa del Perú. Nuestra intención es conocer qué está pasando con ellas porque, en última instancia, podrían ayudarnos mucho para hacerle frente al cambio climático, considerando que estas vides han estado ahí durante mucho tiempo resistiendo condiciones de falta de agua y alta temperatura”.
Para ello han colectado tejido en nueve viñedos del Valle de Guadalupe, ejido Uruapan, San Antonio de las Minas y en Tecate. Además de la caracterización que permitirá conocer qué hongos están asociados a estas vides, también se está haciendo una tipificación de qué tanta variabilidad genética existe en esas plantas.
Luego de procesar 36 muestras de vides criollas de las variedades Misión, Grenache y Rosa de Perú, encontraron síntomas asociados con enfermedades de la madera en los nueve viñedos. La mayoría están infectadas por hongos de los géneros Diplodia, Cytospora y Diaporthe; estas cepas están reportadas como poco virulentas en el mundo; por lo que, aparentemente las vides patrimoniales tienen cepas menos patógenas que las vides comerciales.
“Conocer qué está presente y su variabilidad genética nos va a permitir utilizar esas maderas como patrones, además de que algunas variedades están cobrando mucha importancia en la actualidad para la producción de vino, como la vid Misión”, comentó finalmente la investigadora.