Ensenada, Baja California, México, 20 de octubre de 2017. Por su origen, los sismos del 7 y 19 de septiembre son diferentes al de 1985; con caída de esfuerzos mayor y, en consecuencia, mayor potencial de daño, y se desconoce si sismos de origen similar pero más grandes pueden ocurrir cerca de la Ciudad de México. Por ello, es importante un análisis muy cuidadoso de las aceleraciones que presentaron los suelos para evaluar si es necesario una revisión del código de construcción o bien, si el problema no es el código, una supervisión más estricta de las construcciones.
Lo anterior trascendió en el foro “Aprendizajes de los sismos del 7 y 19 de septiembre de 2017” que hoy comenzó en el CICESE, donde también se mencionó que para Baja California, la enseñanza es que en las cinco principales ciudades de la entidad siguen esperando la ocurrencia de un sismo grande; que los habitantes de Mexicali son los que tienen mayor conciencia de esto, y que no podemos copiar códigos de construcción de otras partes (como ya se hizo), sino generar nuestros propios reglamentos de acuerdo a la zona tectónica donde vivimos, a nuestros tipos de suelos e incluso a nuestro tipo de construcciones.
Al respecto, Luis Humberto Mendoza, sismólogo del CICESE señaló en conferencia de prensa que excepto Mexicali, donde han ocurrido sismos fuertes en 1940, 1979, 1980, 1987 y 2010, ninguna de las cuatro ciudades más grandes (Tijuana, Tecate, Playas de Rosarito o Ensenada) “hemos tenido ninguna prueba de este tipo. Vamos a ver qué tan bien o qué tan mal hicimos la tarea cuando venga el sismo para las ciudades de la costa”.
Organizado por el Departamento de Sismología del CICESE, este foro se realiza con dos vertientes: una sesión técnica en la que investigadores y especialistas en el campo de protección civil pueden exponer parte de sus trabajos y programas a estudiantes y científicos en el campo de las geociencias, ingeniería civil, arquitectura, sismología y la sociedad en general, y una sesión de divulgación a realizarse mañana sábado 21 de octubre, con talleres dirigidos a niños, periodistas y población en general, donde se les hablará de cómo debemos estar preparados antes, durante y después de un sismo.
En la sesión de hoy, la Dra. Xyoli Pérez Campos, directora del Servicio Sismológico Nacional, informó que el del pasado 7 de septiembre fue un sismo de tipo intraplaca. Ocurrió frente a las costas de Tehuantepec, Oaxaca, con magnitud 8.2, la más grande registrada en el país (igual que la del terremoto del 3 de junio de 1932 frente a las costas de Jalisco y Colima). Generó más de 8 mil réplicas, dos de magnitud 6.1, cercanas al epicentro.
Cabe aclarar que en esa zona de subducción se presentan dos tipos de sismos: los intraplaca, como éste, que ocurren dentro de la placa tectónica de Cocos, la cual está hundiéndose (respecto a la placa Norteamericana) y fundiéndose. Son sismos muy diferentes a los interplaca, como el de 1985. La diferencia estriba en que los intraplaca tienen una caída de esfuerzos mayor y tienen, por lo tanto, mayor potencial de daño respecto al sismo de 1985, según explicó Luis Humberto Mendoza.
Respecto al sismo del 19 de septiembre de este año, ocurrido entre los estados de Puebla y Morelos, la doctora Pérez Campos dijo que es el intraplaca grande más cercano a la Ciudad de México. Generó las aceleraciones de suelo más altas en casi 40 años (desde 1980) en el sur de la ciudad (una estación localizada en Ciudad Universitaria registró esta vez el doble que el valor de aceleración registrado en 1985: 60 vs 30 centímetros por segundo, al cuadrado), lo que es muy importante por los daños que puede provocar.
Dijo que aún quedan varias preguntas por contestar, como si la brecha de Tehuantepec ¿es realmente una zona sísmica?, o ¿cómo afectó el sismo del 7 de septiembre al estado de esfuerzos en la zona?; o bien, ¿pueden ocurrir sismos intraplaca más grandes cerca de la Ciudad de México? “Hay que formular diferentes escenarios de lo que podría implicar en términos de movimiento del terreno”, aseguró.
Y dado lo que sucedió en la ciudad de México con las aceleraciones que se presentaron, reflexionó que “es importante hacer un análisis muy cuidadoso de los acelerogramas y sus espectros para evaluar si es necesario una revisión del código de construcción o bien, si el problema no es el código, una supervisión más estricta de las construcciones”.
Respecto a las enseñanzas que dejaron estos sismos, además de las estrictamente sismológicas, está la vulnerabilidad que tiene la región centro del país, por ser la más poblada, ante la ocurrencia de un sismo a distancias tan cortas como 100 kilómetros de la Ciudad de México, 80 de Puebla y menos de la ciudad de Cuernavaca, consideró Luis Humberto Mendoza.
Otra lección: “Las ciudades están creciendo, los terremotos están ahí latentes, esperando su tiempo de ocurrencia y tenemos que movernos muy rápido para mejorar códigos de construcción y no solamente eso, sino también supervisar que no pasen sobre ellos, que los cumplan. Debemos tener una legislación más estricta en ese sentido, y revisar lo que está hecho, para corregirlo”.
Dijo que la alerta sísmica es otro asunto que debe revisarse, porque el tiempo que los habitantes de la Ciudad de México tienen para responder a un sismo no son 40 segundos, sino que va a depender de la distancia a la que se localiza el epicentro. “El 19 de septiembre es el claro ejemplo de que llegó primero la onda sísmica y luego sonó la alarma”.
También explicó que a diferencia de las regiones donde ocurrieron los sismos de septiembre, “en Baja California no tenemos sismos ni inter ni intraplaca; no estamos en zona de subducción (…), donde una placa se hunde debajo de otra. Nosotros en Baja California tenemos dos placas, pero no chocando, sino deslizándose lateralmente; no hay un choque de frente, ni una que se hunda por debajo de nada. Tenemos diferentes tipos de sismos, diferentes tipos de energías liberadas, por lo tanto los reglamentos no se vale copiarlos de la Ciudad de México”.
Respecto a si en esta entidad se tienen reglamentos técnicos de construcción adecuados, dijo que se modificaron después del sismo de Mexicali de 2010, “pero no sé a detalle los cambios. Nosotros contribuimos proporcionando lo que nuestras estaciones sismológicas han registrado por años; le llaman el espectro de respuesta, es cómo responden las estructuras en el valle de Mexicali. Esa es la parte donde el sismólogo participa; la parte de ingeniería dirá cuánto concreto, cuánta varilla, las alturas y amarres. No sé esos detalles, valdría la pena hacer un foro de eso”, aseguró.
Además de investigadores del CICESE, de UCSD y del Sismológico Nacional, en esta sesión técnica participaron el director del Centro Nacional de Prevención de Desastres, Carlos Valdés González; el coordinador estatal de Protección Civil, Antonio Rosquillas; el jefe de Programas de Protección Civil de Tijuana, David Barajas López, y el director de Ciencia Aplicada del Centro de Desastres del Pacífico, Carlos Villacís.
Respecto a los canales de comunicación que el CICESE tiene abiertos para que la ciudadanía se entere de estos fenómenos con información precisa, accesible y útil, la M.C. Alejandra Núñez Leal recomendó a los interesados visitar la página web de RESNOM, así como las redes sociales Facebook y Tweeter, con las que se pretende generar una cultura de prevención basada en ciencia, al igual que este mismo foro, el cual mañana está dirigido a publicos no especializados, particularmente niños.