Ensenada, Baja California, México, 25 de febrero de 2018. Un artículo publicado en la revista Nature Ecology and Evolution, donde participó como coautor un egresado del CICESE, muestra cómo se mueven y alimentan los tiburones costeros y oceánicos, cuyas poblaciones están disminuyendo a escala global. Mientras los primeros comen cerca de donde habitan y su comida proviene de diferentes hábitats, los oceánicos obtienen la mayoría de su alimento de zonas en latitudes intermedias, que están sujetas a fuerte presión pesquera.
Con esta información es posible ayudar en el diseño de estrategias de manejo y protección para estas especies, particularmente en la localización de áreas marinas protegidas en hábitats de mar abierto y aguas profundas.
Se trata del artículo A global perspective on the trophic geography of sharks, publicado en línea el 18 de enero en esta revista (que es parte de la casa editorial Nature), y cuyo primer autor es Christopher S. Bird, investigador del Centro Nacional Oceanográfico de la Universidad de Southampton, en el Reino Unido.
En el estudio participó Luis Malpica Cruz, quien obtuvo en 2009 su maestría en el posgrado de Ecología Marina del CICESE bajo la codirección de los doctores Sharon Herzka y Oscar Sosa, con la tesis “Análisis del nivel trófico y zonas de alimentación de tiburones del noreste del Pacífico en función de la ontogenia por medio del análisis de isótopos estables”.
En su tesis, Luis Malpica buscó caracterizar los hábitos alimentarios de tiburones blanco, mako y azul (por tallas de organismos), evaluando la composición de isótopos en la sangre, hígado y músculo de estos peces. Los isótopos son átomos de un mismo elemento que tienen el mismo número de protones pero diferente número de neutrones en su núcleo, Tienen, en consecuencia, el mismo número atómico, pero diferente masa. Su comportamiento químico también es diferente, incluso durante el proceso de fotosíntesis. Así, los isótopos de Carbono (12C y 13C) que se fijan en el fitoplancton pasan de un nivel trófico a otro hasta que terminan dejando una señal química en el tejido de los tiburones, reflejando con ello el sitio donde han comido estos depredadores.
Las muestras que utilizó Luis Malpica para su tesis de maestría fueron recolectadas en 2008 en Bahía Vizcaíno, Isla Guadalupe y en el llamado Southern California Bight (una amplia línea costera que va de Punta Concepción a San Diego, al sur de California). Una década después, sirvieron para complementar el estudio liderado por Christopher Bird que se acaba de publicar.
En él se pudo rastrear el sitio original de fijación fotosintética de los átomos de carbono que finalmente se asimilaron en los tejidos musculares de 5 mil 394 tiburones, de 114 especies, colectados en las principales provincias biogeográficas oceánicas del mundo.
Dentro de las observaciones finales del artículo destacan dos:
Primera, que muchas especies de tiburones que se alimentan en entornos costeros generalmente se clasifican como consumidores generalistas. Los datos encontrados “sugieren que las poblaciones suelen estar compuestas por individuos que se alimentan en distintas redes tróficas que están respaldadas por una variedad de diferentes fuentes de carbono (fuentes terrestres de plantas, producción bentónica -que proviene de organismos que habitan el fondo de los ecosistemas acuáticos- y macrófitos -formas macroscópicas de vegetación acuática-).”
Y segunda, que “los tiburones oceánicos parecen alimentarse predominantemente de recursos de carbono de un rango latitudinal restringido en regiones subtropicales (entre 30 y 50 grados de latitud, al norte y sur del Ecuador), que se caracterizan por una productividad relativamente alta. Nuestra hipótesis es que los tiburones emigran de las regiones altamente productivas a aguas más cálidas para participar en comportamientos alternativos, como la reproducción…”
El artículo también establece: La conservación de los ambientes marinos costeros se aborda cada vez más mediante la creación de áreas marinas protegidas (AMP). Las AMP pueden ser medidas efectivas para proteger a las especies residentes de tiburones costeros, siempre que abarquen la gama de hábitats adyacentes y las áreas centrales que utilizan estas poblaciones.
En contraste, de acuerdo a los resultados de este estudio los tiburones oceánicos pueden beneficiarse de las estrategias globales que mitigan los impactos negativos en las redes tróficas de latitudes intermedias, y de las prácticas pesqueras que minimizan la mortalidad de tiburones en estas áreas.
Respecto a su aportación específica en el estudio publicado en Nature Ecology and Evolution, Luis Malpica, quien actualmente está adscrito al Grupo de Investigación Earth to Ocean, del Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad Simon Fraser, en Canadá, aseguró que contribuyó con la información isotópica que obtuvo “a partir de las muestras de tiburones que colecté durante la maestría, razón por la cual fui invitado al igual que el resto de los coautores”.
Dijo que con la información de varios cientos de muestras de todos los grupos de investigación que participaron en la publicación, se estructuró el Condrichthyan Stable Isotope Data Proyect, un grupo que tiene como objetivo facilitar y promover la investigación ecológica de tiburones, rayas y quimeras utilizando datos de isótopos estables.
La idea, explicó Luis Malpica, es continuar incrementando esta base de datos y continuar produciendo información que ayude al entendimiento de los patrones alimentarios de este grupo de depredadores marinos.
Más información en: http://bit.ly/2ERsqsp