Ensenada, Baja California, México, 18 de mayo de 2018. La presencia de florecimientos algales nocivos (FAN) en Baja California, la diversidad de toxinas y número de especies que las provocan, así como el impacto en las actividades productivas en el litoral del Golfo de California y el Pacífico, han aumentado en los últimos años de acuerdo a los programas de monitoreo que han implementado las instituciones asociadas a la RedFAN.
El líder de esta red temática del CONACYT, Ernesto García Mendoza, hizo un recuento de lo que ha sido la presencia de FAN en Baja California y los definió, de entrada, por sus efectos socioeconómicos. Esto es, por el efecto que tiene la acumulación o presencia de una biomasa fitoplanctónica sobre la salud pública, sobre organismos y sobre las actividades económicas. Dicho de otra manera: tiene que haber un impacto negativo para poder llamar FAN a uno de estos florecimientos.
Según el investigador del CICESE (quien es además responsable del principal laboratorio analítico en esta región especializado en detección de ficotoxinas -FICOTOX-), hasta 2006 aproximadamente sólo se tenían registros descriptivos, no documentados, sobre la presencia de FAN en Baja California.
Aunque hay más, presentó tres ejemplos. El primero en 1995 en el Alto Golfo de California, con una mortandad masiva de peces, de aves y mamíferos marinos. Las autoridades sanitarias concluyeron que fue por cianuro, el cual se asocia a la tinta fluorescente NK19 que los narcotraficantes usan para señalar en el mar el sitio donde arrojan paquetes con droga. Un estudio posterior del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (sede Hermosillo) descartó esto pero no pudo identificar la verdadera causa.
En 2002 y 2006 se reportó la mortandad de lobos marinos (63 en el primer caso, 8 en el segundo) en playas de la Bahía de Todos Santos y al norte, hacia Tijuana, intoxicados al parecer por ácido domoico, una neurotoxina de tipo amnésica que afecta el sistema nervioso. Pero nadie hizo mediciones ni registró el comportamiento de los animales. En contraste, este tipo de varamientos han sido comunes y bien documentados en la costa de California, Estados Unidos, donde se han registrado desde los años 90.
El tercero ocurrió en 2004. Al parecer una mala identificación de Pyrodinium bahamense, un dinoflagelado tóxico que al parecer no habita en estas latitudes, provocó el cierre precautorio de la Bahía de Todos Santos por una semana, siendo esta una de las primeras vedas sanitarias aplicadas aquí y un indicio más de que había ficotoxinas en la región.
La primera medición de ácido domoico en la Bahía de Todos Santos se hizo en abril de 2007 (concentración máxima de 1 microgramo por litro), durante un muestreo en el que también detectaron a la diatomea Pseudo-nitzchia australis como responsable de producir la toxina (contaron hasta 250 mil células por litro). Antes, eran otras especies no tóxicas (los dinoflagelados Lingulodinium polyedrum y Ceratium spp.) las que habían provocado “mareas rojas” en esta región.
Como Baja California es la entidad con mayor número de áreas certificadas para producir moluscos bivalvos, continuaron con el monitoreo de ácido domoico directamente en estos organismos. Ya en 2003 el Programa Mexicano de Sanidad de Moluscos Bivalvos había detectado un par de muestras positivas. La toxina siguió presentándose en 2008, 2009 y 2010, pero no fue hasta 2012 cuando se rebasaron los límites máximos permitidos en mejillón, decretándose así la primera veda sanitaria (dos semanas) en una zona de la bahía conocida como Rincón de Ballenas.
La creación en 2010 del Laboratorio FICOTOX en el CICESE, y sobre todo la ampliación de su capacidad analítica en 2016 (instalaron un cromatógrafo líquido con detector de masas), permitió establecer monitoreos más estructurados, hacer investigación, formar especialistas y, sobre todo, mayor acercamiento con las autoridades regulatorias y los sectores productivos. También comenzaron a presentarse nuevos tipos de toxinas producidas por otras especies, en diferentes zonas.
En 2010 se decreta una veda sanitaria de un mes en el Alto Golfo de California por la presencia de saxitoxinas (una toxina de tipo paralizante) en almeja generosa. El mismo año (del 20 de mayo al 15 de junio) se implementa otra veda por la presencia de toxinas diarreicas en moluscos bivalvos cultivados en San Quintín y Guerrero Negro (la primera en México por estas toxinas).
Este tipo de toxinas diarreicas también se encontraron en la Bahía de Todos Santos en 2012 y provocaron cuatro cierres. Identificaron a Dinophysis fumigata y Dinophysis fortii (dos dinoflagelados asociados a la producción de ácido okadaiko) como las responsables de las afectaciones. Otras toxinas que han estado presentes en la entidad son del tipo paralizante. El caso más emblemático ocurrió en enero de 2015, cuando se reportó la muerte de mamíferos y aves marinas cerca de San Felipe, en el Golfo de California.
En esa ocasión se hicieron recorridos por la playa y establecieron una red de estaciones para colectar agua de mar. Se tomaron muestras de muchos organismos, de contenidos de buches de aves marinas y recolectaron peces regurgitados. Hicieron necropsias de aves y delfines analizando los perfiles tóxicos. Todo ello permitió identificar al dinoflagelado Gymnodinium catenatum como responsable de haber afectado alrededor de 10 mil aves marinas y unos 200 mamíferos marinos.
Pero no sólo eso. Asociado a este florecimiento en mayo se reportaron ocho personas intoxicadas en Bahía de los Ángeles por haber consumido almejas, tres de ellos relativamente graves según la Secretaría de Salud, siendo estos los primeros casos en Baja California.
Otro caso relevante y diferente se presentó en encierros de atún en 2016. Un florecimiento Catonella magnum y de Cochlodinium sp. (favorecido por la presencia del llamado bloob –una gran alberca de agua caliente que se estacionó al norte del Pacífico– y la presencia de un evento “El Niño”) afectó sus branquias y los sofocó.
Otro FAN provocado por Gymnodinium catenatum se presentó nuevamente en 2017 en el Golfo de California y afectó sobre todo a los productores de almeja generosa, pues, al implementarse la veda había cerca de 13 toneladas de producto en planta que tuvieron que ser destruidas.
Otro aspecto importante que destacó el investigador tiene que ver con el tipo de pruebas que exigen las autoridades regulatorias mexicanas, la capacidad analítica y certificación de los laboratorios, y las pautas que exige la legislación de los países a donde se exporta la producción. Pero eso, aseguró Ernesto García, investigador del CICESE, ya se está discutiendo en todos los niveles.