Ensenada, Baja California, México, 5 de diciembre de 2018. Del total de emisiones de carbono a la atmósfera que arroja anualmente la ciudad de Ensenada (más de 400 mil toneladas), 70% ciento proviene del uso de vehículos y de la fábrica de cemento que opera aquí desde 1958, mientras que el tercer aporte significativo (13%) es la generación de electricidad, según un estudio realizado por el CICESE.
Si se buscara compensar estas emisiones y llegar a un equilibrio de cero impacto, se necesita una área verde de casi 11 mil kilómetros cuadrados, equivalente a 4.6 veces el tamaño de la Ciudad de México.
Además, se compararon las emisiones de carbono que generan los habitantes de Ensenada con las que producen los residentes de Chula Vista, California, y resultó que las emisiones de CO2 equivalente son menores en este puerto que en aquella ciudad californiana: 3.6 toneladas por habitante por año contra 4.4, debido principalmente a que allá tienen mayor consumo per cápita de gasolina y energía doméstica, y a pesar de que Ensenada es una ciudad más industrial y con mayor densidad de habitantes por kilómetro cuadrado.
Estos resultados forman parte del artículo “Carbon Flux of an Urban System in México”, publicado por Stephen Bullock, Martín Escoto, Stephen Smith y Alejandro Hinojosa en la revista Journal of Industrial Ecology en 2011.
Los datos de emisiones que arrojó el estudio del CICESE son difíciles de asimilar y comparar porque son muy pocas las ciudades mexicanas que tienen contabilizadas sus emanaciones.
Stephen Bullock, investigador del Departamento de Biología de la Conservación del CICESE, indicó que el estudio concluye que la fuente más importante de carbón son los vehículos que circulan en la ciudad, superando a las emanaciones de la planta cementera. Ambas fuentes constituyen aproximadamente 70% del total.
Sobre la electricidad, Stephen Bullock dijo que representó casi 13%, del cual aproximadamente 22% fue atribuible a la fabricación de cemento, bombeo de agua y a la fábrica más grande. Otro aspecto a considerar es que si bien la electricidad se produce en Rosarito es aquí donde se consume, por lo que la cuenta del gas que se requiere para generarla se sumó a la estimación de emisiones de Ensenada.
A su criterio, lo más importante que se puede hacer para disminuir estas emisiones es reducir el uso de los vehículos. El problema no está en usar motores más eficientes, sino en la mala planeación urbana que hace que la gente viva en un lado, que las escuelas estén en otro y los centros de trabajo en otro más alejado. “La gente lleva y trae a sus hijos de un lado para otro, y luego tienen que trasladarse para ir a trabajar. Hay gente que vive al sur de la ciudad y trabajan en El Sauzal, y todo el día están gastando gasolina para llegar, ya sea en el transporte público o en su propio carro. Si se pudiera reducir el movimiento de la gente, sería una disminución muy grande de emisiones”.
Otro de los objetivos del estudio fue comparar el flujo de carbono urbano (es decir, cuál es el total de emisiones de carbono a la atmósfera que arroja anualmente la ciudad de Ensenada) con la producción y el metabolismo de los ecosistemas adyacentes.
Con base en un estudio previo donde participó el mismo grupo académico del CICESE, al que le sumaron datos tomados de satélite, de modelos globales basados en el clima, datos de campo de una cuenca similar en el sur de California, y estimaciones con estudios de covarianza de vórtices en un área algo más húmeda del sur de California, se estimó que el flujo de C urbano a la atmósfera era aproximadamente 160 veces la cantidad de carbono capturado en los ecosistemas seminaturales vecinos, sobre una base área.
Esto es, que se necesitarían unos 10,916 km2 del paisaje actual para compensar a Ensenada, una superficie que se extendería mucho más allá de la cuenca hidrológica natural de 4,900 km2. Es decir, se necesita una cobertura de vegetación verde equivalente a 4.6 veces el tamaño de la Ciudad de México (2 mil 370 km2) para compensar (capturar) las emisiones de CO2 a la atmósfera que genera Ensenada.
Por otra parte, en el estudio se cotejaron y compararon algunos patrones (uso doméstico de electricidad, CO2 equivalente por superficie, per cápita y a partir de gasolina, densidad poblacional, entre otros) de Chula Vista, California, y de Ensenada, porque son casos de estudio que comparten algunos rasgos geográficos (vegetación nativa, clima) pero diferente cultura y tipo de economía.
Por ejemplo, Ensenada depende de pozos locales para su abastecimiento de agua y tiene un largo historial de racionamiento, a diferencia de Chula Vista, donde casi toda el agua se importa. Esto lleva a otra diferencia notable: el verdor de ambas ciudades. En Ensenada el Índice de Vegetación de Diferencia Normalizada (NDVI) promedio es muy bajo (0.06, a finales de primavera de 2005), mientras que en Chula Vista se puede medir hasta la productividad primaria neta que aporta la ciudad (NDVI promedio de 0.18).
El consumo doméstico de electricidad también puede reflejar contrastes transfronterizos. El de Ensenada es solo 40% del consumo por hogar en Chula Vista, a pesar de tener más ocupantes por hogar. Un factor que contribuye a esta diferencia puede ser la rareza tradicional en Ensenada de los sistemas de calefacción y refrigeración de espacios domésticos, debido en gran parte al rango de temperatura moderado por el océano y por la pobreza relativa de sus habitantes.
La comparación adicional de Chula Vista y Ensenada se ha limitado al flujo de C a la atmósfera (CO2 equivalente): si se excluye la planta de cemento, las dos ciudades son sorprendentemente similares en emisiones per cápita: 3.6 Mg / per cápita / año en Ensenada, versus 4.4 en Chula Vista, en 2005. La similitud aparentemente se debe a que Ensenada es una ciudad más industrial, a pesar de que Chula Vista tiene un mayor consumo per cápita de gasolina y energía doméstica que Ensenada.
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