Ensenada, Baja California, México, 5 de junio de 2019. A pesar de ser prácticamente invisible en muchas zonas urbanas y se ha convertido en un problema que requiere una especial atención debido a los riesgos a la salud que esto representa, nueve de cada diez personas en todo el mundo están expuestas a niveles de contaminación del aire que superan normas internacionales de seguridad, según datos de la Organización Mundial de la Salud.
La contaminación del aire es un peligro silencioso que aumenta rápidamente por las actividades industriales, el transporte, la agricultura y las actividades cotidianas del hogar. La exposición a éstos puede provocar efectos a la salud como irritación en los ojos, nariz, garganta y la piel, carcinogenicidad, así como trastornos respiratorios, reproductivos y genotóxicos.
Cuando se observan imágenes de las ciudades con la peor calidad de aire, como Beijing, Mumbay y la Ciudad de México, las estrategias para medir y mitigar la contaminación del aire toman relevancia por algunos días, pero ¿cómo se mide esta contaminación en ciudades como Ensenada, donde no se percibe a simple vista?
Con la intención de hacer más visible este reto social hacia el medio ambiente y generar mayor conciencia, la ONU enfocó el Día Mundial del Medio Ambiente hacia la Contaminación del Aire para este 2019. El tema no pudo ser más acorde: durante las primeras semanas de mayo, la Ciudad de México sufrió una contingencia ambiental por la mala calidad del aire. A las emisiones de gases por el tráfico excesivo y la industria se sumaron los gases producidos por los incendios forestales ocurridos al sur de México.
De Ensenada para el mundo
En el artículo “Carbon Flux of an Urban System in México” publicado en 2011 en la revista Journal of Industrial Ecology, un grupo de investigación del CICESE conformado por Stephen Bullock, Martín Escoto, Stephen Smith y Alejandro Hinojosa, reportaron que la ciudad de Ensenada emite 400 mil toneladas de carbono a la atmósfera, por año. Esto es, 3.6 toneladas por cada habitante.
De ese total, 70% lo emiten los vehículos y la industria instalada dentro de la zona urbana que opera en la ciudad, y 13% se debe a la generación de electricidad. El resto corresponde al calentamiento de agua y preparación de alimentos, así como las emanaciones de la basura y la respiración humana.
Para medir cuál es el aporte de los vehículos de Ensenada a las emanaciones de carbono, en este estudio contabilizaron la cantidad de gasolina que se vende en la ciudad. En estudios de contaminación del aire, por lo regular se toma en cuenta el número de vehículos, pero en Ensenada se presenta un porcentaje de automóviles que no están registrados y consideraron que una muestra de ese tipo sería imprecisa. De esta forma pudieron medir a cuánto equivale el bióxido de carbono que se genera a partir de la combustión de gasolina.
Los datos de emisiones que arrojó este estudio son difíciles de asimilar y comparar porque son muy pocas las ciudades mexicanas que tienen contabilizadas sus emanaciones.
Sin embargo, al momento de recargar gasolina, no todo es bióxido de carbono. De este proceso también emanan Compuestos Orgánicos Volátiles (COV) como el benceno, tolueno y xileno (BTEX).
Toxicidad y efectos neurológicos
En su tesis de posgrado titulada “Exposición a COV por gasolineras en áreas urbanas de Baja California”, el Dr. Marco A García Zarate, técnico del Departamento de Óptica del CICESE, evaluó los efectos psiconeurológicos y tóxicos para el organismo humano por la exposición prolongada a los BTEX en estaciones de servicio de Baja California.
En uno de sus estudios, el Dr. García seleccionó una muestra de 4 de las 37 estaciones de servicio que hay en Ensenada (todas ubicadas en zonas de alta densidad poblacional). Aplicó 370 cuestionarios con la guía de Síntomas Neurológicos y Psicológicos (diseñado por el Instituto de Medicina del Trabajo de Alemania), capaz de evaluar los sistemas funcionales de organización de la actividad psíquica, del sistema nervioso central y el estado de salud. Los entrevistados, quienes tienen edades de entre 15 y 90 años, fueron seleccionados dentro de un radio de 250 metros a cada estación de servicio, de manera aleatoria.
Entre los resultados generales, se encontró que 24.3% del grupo evaluado presenta efectos de déficit de atención por inhalar COV en el medio ambiente (BTEX), y 7.56% a un nivel sobresaliente, lo cual incluye síntomas como: distraerse fácilmente, dificultad para recordar cosas sencillas (nombres y personas), falta de memoria y dificultad para concentrarse.
Los resultados muestran que los efectos de la exposición de BTEX son más acentuados en las zonas más próximas a las estaciones de servicio y varían según factores sociales, la edad, la salud o la economía, así como del tipo de contaminante a que es expuesto, tal como el dióxido de carbono (CO2), los compuestos orgánicos volátiles (COV) y las partículas (PM2.5 y PM10).
Los defensores del ambiente indican que el desarrollo de políticas públicas en salud no tiene en cuenta las numerosas vías de exposición a sustancias químicas a las que están expuesta la población, y que las autoridades federales no pueden distinguir los efectos nocivos a la salud por la exposición a los COV que individualmente generan efectos genotóxicos, carcinogénicos, hematotóxicos, nefrotóxicos, neurotóxicos o actúan como disruptores endócrinos, entre la población dentro de la zona urbana.
En su disertación el Dr. García incluye una búsqueda en la normatividad mexicana e internacional sobre la distancia que debe existir entre una estación de servicio y zonas habitacionales, escuelas, hospitales, centros de salud y espacios recreativos; hoy la Secretaria de Protección al Ambiente de Baja california analiza una propuesta de una Norma Técnica Estatal para delimitar estas y otros criterios para el cuidado del medio ambiente. Según los Departamentos de Transporte de Canadá y Estados Unidos, así como la Secretaría de Telecomunicaciones y Transporte de México, una estación de servicio debe instalarse a 300 metros de distancia (considerada área de influencia) y a 800 metros (área de influencia indirecta) de cualquier otra edificación.
“El crecimiento no planificado en la mancha urbana ha provocado que la asignación del uso de suelo de diversas actividades económicas resulte conflictiva con el tiempo, por lo que es de suma importancia dar a conocer este tipo de estudios para que el tomador de decisiones gubernamental este enterado sobre los posibles riesgos a la salud, y así buscar soluciones que ayuden a mantener el equilibrio ambiental dentro de la mancha urbana”, agregó el Dr. Marco García.
Sin duda el reto de la contaminación del aire es grande. Entre las iniciativas de gobernanza estratégica planeadas para las ciudades sobrepobladas, que tienen el objetivo de mitigar la contaminación del aire, se encuentra considerar a los árboles como parte de la infraestructura de salud pública. El Dr. Stephen Bullock indicó que si se buscara compensar las emisiones de carbono que arroja Ensenada y llegar a un equilibrio de cero impacto, la ciudad necesitaría un área verde de casi 11 mil kilómetros cuadrados, equivalente a 4.6 veces el tamaño de la Ciudad de México.