Ensenada, Baja California, México, 7 de junio de 2019. Así de importantes son los océanos: regulan el clima y el tiempo; proporcionan oxígeno, alimento y medicinas, y tienen un impacto profundo y benéfico para la sociedad, el medio ambiente y la economía de todo el planeta. Por ello no es exagerado decir que son la clave para mantener la salud de nuestro mundo.
Sin embargo, nuestras actividades los están llevando al borde del colapso: más de 200 kilos de basura va a los océanos cada segundo; cada año 8 millones de toneladas de plástico terminan en mares y océanos, incorporándose no solamente a las cinco islas de basura identificadas en el Pacífico, Atlántico e Índico, sino que su fragmentación produce partículas tóxicas que tardarán 500 años en degradarse y son nocivas para especies marinas y para el hombre. Y aún cuando no terminamos de entender cómo están respondiendo los océanos al cambio climático, ya pensamos en usarlos como sumideros para guardar en ellos el CO2 que se necesita sacar urgentemente de la atmósfera (que nosotros mismos pusimos ahí), lo que define el reto más grande que tiene la oceanografía (y la humanidad) en los años que vienen.
Con graves amenazas de calentamiento, acidificación, sobrepesca, contaminación de origen terrestre, zonas de mínimo oxígeno, desarrollo mal planeado de destinos turísticos de playa, y por la exploración, explotación y transporte de hidrocarburos, nos disponemos a celebrar este 8 de junio el Día Mundial de los Océanos, a propuesta de la asamblea general de Naciones Unidas.
Y aún más. Si bien esta fecha se estableció para recordar a todo el mundo el gran papel que los océanos juegan en nuestras vidas, la ONU proclamó ahora el período 2021-2030 como la “Década de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible”, una iniciativa que tiene por objetivo movilizar a la comunidad científica, pero también a los políticos, a las empresas y a la sociedad civil en torno a un programa común de investigación y de innovación tecnológica.
Esta organización estima que solo se ha explorado cinco por ciento de la totalidad del océano, pero ese pequeño porcentaje representa una gran cantidad de conocimiento, que está muy bien investigado y cuenta con gran sustento científico. Por lo tanto, es conocimiento valioso para tomar acciones y generar planes estratégicos para explorar el porcentaje restante.
Colectivos como el CICESE ya están atendiendo el llamado. Junto con 37 instituciones que se dedican a la investigación del océano, entre ellas destacados centros oceanográficos como Scripps de la Universidad de California en San Diego y Woods Hole, en Massachusetts, llamaron a la acción a los gobiernos del mundo para intensificar la investigación de los océanos.
Se trata de la Asociación para la Observación del Océano Global (POGO, por sus siglas en inglés), que lanzó a finales de 2018 la Declaratoria de Cabo Verde -llamada así por haberse firmado en dicho país africano-, cuyo primer borrador se escribió en el CICESE, entre investigadores dedicados a la oceanología.
El Dr. Edgar Pavía, director de la División de Oceanología del CICESE y miembro del comité directivo de POGO, dijo que este llamado hace referencia a intensificar la medición de mareas, de fenómenos climatológicos, a la conservación de especies acuáticas y a socializar los cambios en el nivel del mar, temperatura y acidificación del océano.
Es de interés de los países observar el océano y medirlo, admitió. “Si un país observa sus océanos, la economía se beneficia porque se conservan las pesquerías y aumenta el turismo. A su vez, se conserva la vida de las especies tal como se conocen y se disminuyen los riesgos de problemas de salud pública.
“Este proyecto es muy importante para México. Nosotros somos un país que tiene infraestructura, embarcaciones y proyectos fuertes en conocimiento y experiencias, como IMECOCAL, CANEK y el CIGoM”, agregó Edgar Pavía. “No necesitamos que alguien más venga a hacer las cosas por nosotros, pero necesitamos organización y apoyo económico”.
Otro llamado que tiene que ver con el estudio de los océanos, en este caso a las nuevas generaciones de especialistas en ciencias del mar, es el de Sergio Sañudo Wilhelmy, para atender lo que sin duda puede definirse como el reto más importante que tiene la oceanografía actual: entender cómo están respondiendo los océanos ante el cambio climático y usar este conocimiento para aminorar su efecto a escala mundial.
El doctor sañudo es investigador adjunto del CICESE y profesor en Ciencias Biológicas en la Universidad del Sur de California. Lo ha señalado muy claramente: Todas las predicciones que se han hecho sobre el cambio climático en los últimos 100 años se han cumplido. Basado en eso, hay que tomar en serio las predicciones que vienen a futuro. Considera por ello que las generaciones actuales tienen que entender la urgencia del problema, porque son las que más lo van a sufrir. “No hay excusa; tienen que involucrarse”.
Desde mi punto de vista, indicó, el cambio climático se tiene que enfocar de diferentes ángulos. Uno es la reducción inmediata del CO2 que producen las industrias (principalmente las que producen energía eléctrica) y los autos, y el segundo es buscar cómo bajar el CO2 que ya se encuentra en la atmósfera, usando biología molecular o el océano como un sumidero de este gas. Para lograr esto, destacó cómo los grandes capitales que ya se están moviendo hacia la ingeniería del carbono y el aprovechamiento de las emisiones negativas de CO2, creando empresas que se van a dedicar a remover este gas de la atmósfera, generando con ello un mercado que según Wall Street valdrá trillones de dólares.
Algunos datos y cifras sobre nuestros océanos
• Por cada especie que habita el océano y que se conoce, hay tres más aún por conocer.
• Los océanos cubren más de 70% de la superficie del globo. Solo 1% de la superficie oceánica está protegida.
• Entre 50 y 80% de la vida en la Tierra se encuentra bajo la superficie del océano, que constituye 90% del espacio habitable del planeta. Menos de 10% de este espacio ha sido explorado hasta ahora por el Hombre.
• Un conjunto de organismos marinos minúsculos llamados fitoplancton producen la mitad del oxígeno de la atmósfera mediante la fotosíntesis.
• Los océanos contienen 96% de todo el agua de la Tierra. El resto es agua dulce que se encuentra en forma de ríos, lagos y hielo.
• El océano absorbe anualmente cerca de 25% del CO2 que se agrega a la atmósfera debido a la actividad humana, reduciendo así el impacto de este gas de efecto invernadero en el clima.
• El conjunto de los ecosistemas costeros que actúan como sumideros de carbono, como los manglares, las marismas salinas y las praderas submarinas pueden contener una cantidad de carbono cinco veces superior a la de los bosques tropicales.