Ensenada, Baja California, México, 28 de junio de 2019. Con la intención de evaluar si es factible cultivar totoaba en estanques bajo condiciones de menor calidad ambiental, investigadores del CICESE utilizaron una novedosa tecnología denominada biofloc, y encontraron que se trata de una alternativa prometedora para estos peces marinos.
“La totoaba es una especie que tiene un crecimiento rápido, es muy tolerante y resistente. Crece en condiciones que en principio son marinas, pero algunas experiencias de cultivo en condiciones confinadas, como en estanques, nos permiten suponer que es relativamente tolerante a un ambiente de menor calidad ambiental, en contraste con las condiciones marinas”, comentó el Dr. Benjamín Barón, investigador del Departamento de Acuicultura del CICESE.
Dijo que la tecnología de biofloc se caracteriza por el desarrollo de comunidades microbianas que utilizan los desechos nitrogenados y la materia orgánica del medio para transformarlos en biomasa microbiana. Esto reduce el uso de grandes volúmenes de agua y minimiza el impacto ambiental, promoviendo el desarrollo sustentable en la acuicultura.
De manera común se utiliza para el cultivo de tilapia y camarones, “que usan como alimento esos agregados de bacterias y microorganismos, los digieren y asimilan, y de esa manera se depura la calidad del agua. Por otro lado, al aprovechar los microorganismos como alimento se pueden reducir los costos de reproducción”, agregó.
El problema de cultivar en estanques es que las condiciones se vuelven adversas: la temperatura del agua aumenta, la salinidad también, el agua es más turbia y se debe tener un mayor cuidado en la cantidad de partículas que se encuentran suspendidas en el agua.
Además, la totoaba es una especie carnívora que, en principio, no puede aprovechar el biofloc porque se alimenta de peces pequeños, no de bacterias. Sin embargo, esta técnica permite depurar la calidad del agua por lo que el objetivo inicial del proyecto era mantener la calidad del agua.
La totoaba es una especie marina protegida y en peligro de extinción. Llega a medir hasta dos metros de longitud y es endémica del Golfo de California, desde el Delta del Río Colorado hasta el Río Fuerte en la costa de Sinaloa y Bahía Concepción, en Baja California Sur. Por su alto valor comercial y situación actual, esta especie no se puede pescar; sin embargo, está permitido su cultivo, el cual se ha desarrollado varios años atrás en Baja California, siendo la UABC la institución pionera en intentar su reproducción.
Para el cultivo de totoaba se debe suministrar un alimento formulado que, en su mayor parte, es aprovechado por los peces. Lo que no se aprovecha, junto con la materia fecal y otros residuos orgánicos, es metabolizado por las bacterias y vuelto a poner a disposición de los peces como alimento. Así, lo que tenemos es un doble aprovechamiento del alimento, aplicado en especies que se pueden alimentar de los agregados de microorganismos (incluidas las bacterias), indicó el doctor Barón Sevilla.
De antemano se sabe que la totoaba no consume biofloc. Sin embargo, el exceso de partículas se pueden eliminar utilizando un filtro. Esto es importante porque aparentemente la totoaba no puede vivir en un entorno con una concentración tan grande de flóculos debido a que estas partículas, al reducir la visibilidad en los estanques, dificulta que la totoaba capture el alimento por lo que no pueden consumirlo de forma eficiente.
Además, las partículas afectan la salud de sus branquias.
Por medio de un cuidadoso análisis histológico se observó la alteración de los tejidos que integran las branquias. Aunque dichas alteraciones no eran tan graves como para ocasionar la muerte, sí afectaron sus funciones.
Las branquias son órganos multifuncionales; su principal función es la respiración, pero también ayudan a desechar compuestos tóxicos y para regular la concentración de sales en la sangre. Las partículas que se encuentran suspendidas en el agua en grandes concentraciones tienen un efecto mecánico (abrasivo) en las branquias, afectando su forma y por lo tanto su función.
“Lo que sigue en estos momentos es tratar de controlar la concentración de partículas en el agua, porque aunque tienen un efecto benéfico en algunos parámetros de la calidad del agua, al ser tan abundantes también tienen un efecto negativo en estos peces”, señaló el Dr. Barón.
La primera fase de este experimento formó parte de un proyecto que hicieron con la empresa Biodiversidad Acuícola S.A. de C.V., con recursos del Programa de Estímulos a la Innovación (PEI) del CONACYT. Actualmente, dicha empresa cultiva camarón, pero tiene contemplado en sus planes de desarrollo el cultivo de peces, por lo que la totoaba se vuelve un candidato perfecto para hacerlo.