Ensenada, Baja California, México, 13 de marzo de 2020. Además del aprovechamiento indirecto de la ballena gris que se realiza en Baja California con actividades de avistamiento, 95 por ciento de todas las especies de mamíferos marinos que existen en México viven en las aguas que rodean esta península, por su alta productividad.
Según informó la doctora Gisela Heckel, investigadora del Departamento de Biología de la Conservación del CICESE, el entorno marino en esta región del país es de suma importancia como para protegerlo y aprovecharlo de una manera sustentable, considerando la cantidad de especies de mamíferos marinos que lo habitan.
“Esas especies son: la nutria marina, los pinnípedos (lobos marinos y focas) y los cetáceos. De los cetáceos tenemos a los odontocetos (con dientes), 28 especies en la costa occidental de la península. Otros cetáceos son los misticetos o ballenas con barbas. En la costa occidental tenemos 8 de las 9 especies que hay no solo en México, sino en el mundo. Tenemos a la ballena jorobada, ballena azul, todos los rorcuales, ballena franca del norte y por su puesto a la protagonista de este festival: la ballena gris”, señaló la doctora Heckel en referencia al “1er Festival Cultural de la Ballena” organizado en este puerto y que concluye el 15 de marzo.
Esta costa occidental de la península, que corresponde al Pacífico mexicano, recibe dos de las migraciones más espectaculares, largas y grandes del reino animal: de ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae) y de la ballena gris (Eschrichtius robustos).
La Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) estima que 26 mil ejemplares de ambas especies migran anualmente en aguas del Pacífico mexicano. Las jorobadas se distribuyen por todos los mares del mundo, señala esta dependencia. En el Pacífico americano, en el verano se alimentan en aguas que van desde California hasta las islas Aleutianas, y durante el invierno migra a regiones del Pacífico mexicano y Hawai. Además, a México llega la segunda subpoblación que en verano se alimenta en la región entre Alaska y las Aleutianas y en invierno se reproduce alrededor de las islas Revillagigedo.
La ballena gris reside solo en el Pacífico norte, en un hábitat más costero. Cada año en noviembre viajan entre 16 mil y 22 mil kilómetros desde el mar de Bering, Chukchi y Beaufort en Alaska hasta las lagunas costeras de la península de Baja California, donde pasan el invierno en aguas poco profundas a 15 ó 20 grados centígrados de temperatura, para aparearse o tener a sus crías.
La Dra. Claudia Leyva Aguilera, investigadora de la UABC, señaló en el conversatorio “Ballenas: ciencia, arte, economía y turismo” organizado en el CICESE: “Históricamente la cacería de ballenas fue un recurso muy importante. Mediante esta actividad se obtenía aceite, que funcionaba de combustible para países en Europa. En algunos países de ese continente, el sistema de alumbrado público era a base de aceite de ballena. Además del aceite se aprovechaba la carne y los huesos. Por la demanda, las ganancias eran millonarias; era un producto redituable que llegó a cotizarse en la bolsa de valores. Muchas especies, incluyendo la ballena gris, se vieron amenazadas, algunas hasta llegar a la extinción”.
Esto ocurrió con la población de ballena gris que habitaba en el Atlántico norte, que se extinguió en el siglo XVIII. Por ello remarcó que las amenazas que enfrentan estos mamíferos marinos ocurren durante su desplazamiento, y son los cambios en sus fuentes de alimento, la caza y la contaminación de las aguas.
En 1972 y en 1980 México decretó las lagunas de Ojo de Liebre, Guerrero Negro, San Ignacio y Manuela como santuarios para la ballena gris (Santuario de Ballenas de El Vizcaíno), lo cual ayudó a la recuperación de la especie.
La CONANP realiza censos de adultos y ballenatos en cada temporada de avistamiento desde 1995 en las lagunas Ojo de Liebre y San Ignacio. Las cifras fluctúan bastante año con año, pero “los datos pueden explicarse si se considera que la ballena realiza un largo recorrido migratorio que expone a los individuos a un rango amplio de hábitats y condiciones ambientales, lo cual vulnera su sobrevivencia, especialmente de las crías. El cálculo de la abundancia se determina mediante la suma de ballenatos y de ballenas adultas avistadas por temporada que, en general va de noviembre de un año a marzo o abril del siguiente. Los máximos se pueden dar en distintas fechas dentro de la temporada”.
En la Laguna Ojo de Liebre, en las cinco últimas temporadas de avistamiento (de 2014-2015 a 2018-2019) la población registrada fue: 2 mil 035; 2 mil 211; mil 573; mil 681 y 830 ballenas.
En la Laguna San Ignacio la abundancia para el mismo periodo fue: 347; 320; 278; 198 y 233 ballenas.
El capitán Martín Ramírez Jaime, presidente de la Asociación de Armadores Unidos de Pesca Deportiva en Ensenada, organismo que agrupa a los prestadores de servicios de avistamiento en la Bahía de Todos Santos, señaló: “A nosotros, como prestadores de servicios turísticos, nos dio la oportunidad de trabajar en los meses en los que la pesca deportiva está muy baja. Sin embargo, es triste que la mayoría de nuestros clientes provengan de fuera de Ensenada o de Baja California. La gente de Ensenada se cuenta con los dedos, a veces creo que no disfrutamos lo que tenemos. Después cuando otros toman decisiones por nuestro entorno, nos quedamos fuera (porque) no nos preocupa”.