37/2020 Las ciencias del mar en México no llegan a donde deberían llegar: la toma de decisiones

Ensenada, Baja California, México, a 14 de junio de 2020. Al hablar de los retos de las ciencias del mar en México queda claro que el problema no es la falta de investigadores o de instituciones académicas, sino la ausencia de recursos económicos, la deficiente administración y la burocracia. También falta conexión entre el mundo científico y el de la política, y se carece de voluntad para regular cómo podemos hacer uso de los enormes recursos que tenemos en nuestros mares y costas. A 60 años de iniciada, la ciencia marina mexicana es buena pero no llega a donde debe llegar: la toma de decisiones.

Lo anterior trascendió durante el conversatorio organizado por el CICESE en el marco de la celebración del Día Mundial de los Océanos convocado por la Organización de las Naciones Unidas, denominado “Los retos de las ciencias del mar en México”. En éste participaron Patricia Muñoz Sevilla, investigadora del Centro Interdisciplinario de Investigaciones y Estudios sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CIIEMAD) del IPN, consejera del Foro Mundial de Desarrollo Sostenible y responsable técnico de la red temática Océano, Clima y Cambio Global del CONACYT; Juan Carlos Herguera, responsable técnico del Consorcio de Investigación del Golfo de México (CIGoM) e investigador del CICESE, y Sergio Sañudo Wilhelmy, investigador adjunto del CICESE y profesor en Ciencias Biológicas en la Universidad del Sur de California.

En el conversatorio se formularon cuatro preguntas detonantes que fueron respondidas por los participantes bajo la moderación de Carmen Paniagua, también investigadora del CICESE.

La primera abordó qué tan bien conocemos nuestros mares y costas a 60 años de que iniciaron los estudios oceanográficos en México. Es decir, ¿qué tan buena ha sido la ciencia marina mexicana? Juan Carlos Herguera dijo que ha habido un trabajo consistente y sostenido de muchos investigadores y de algunos grupos muy especiales de investigación oceanográfica, como el IMECOCAL y PROCOMEX en el océano Pacífico, o el CIGoM en el Golfo de México, y que se tiene un mejor conocimiento de los medios costeros (arrecifes, manglares, playas, lagunas costeras) porque el acceso físico es más fácil. Pero al alejarse de la línea de costa, las observaciones son cada vez más puntuales en el espacio y en el tiempo, y ni hablar del mar profundo (3 mil metros), pues no tenemos las herramientas adecuadas para estudiar más allá de los 200 m.

Patricia Muñoz demarcó el desarrollo de los estudios marinos en regiones muy específicas: la más poderosa en el noroeste, por los centros ubicados en la península de Baja California, y en el Golfo de México porque los mismos centros trabajan allá. La región no olvidada, pero poco desarrollada, es la Pacífico centro-sur. “No hemos podido completar el ordenamiento marino en esa región porque no hay infraestructura física o humana que permita hacerlo”.

Sergio Sañudo consideró que, como en todas las costas y mares del mundo, conocemos bastante pero no lo suficiente. “Conocemos los procesos pero no los mecanismos detrás de esos procesos. La ciencia es progresiva. La buena ciencia genera nuevas preguntas que son cada vez más complicadas y emocionantes, y que requieren más esfuerzo de gente y económico. México está en la etapa de buscar apoyo financiero para contestar esas preguntas, que ahora son más interesantes”.

La segunda cuestión abordó el papel del gobierno mexicano, para conocer de qué ha servido publicar en el Diario Oficial Mexicano (30 de noviembre de 2018) la Política Nacional de Mares y Costas de México, y qué se espera en materia de financiación al sector.

Patricia Muñoz participó directamente en la redacción de esa política y explicó que ese documento no nació en 2018. Su base, la Política Nacional para el Desarrollo Sustentable de Océanos y Costas, comenzó en 2004 y la SEMARNAT la decretó en 2006, a la par de que se hacían los ordenamientos en el país: el del Golfo de California, el del Golfo de México y Mar Caribe, y se terminaba el del Pacífico norte, “y hoy no hemos podido terminar el del Pacífico centro-sur.

“La desesperación del sector científico, del sector ambiental, es que caminamos muy despacio. Esa falta de voluntad política nos ha llevado una y otra vez a generar documentos. Esa política de 2018 la hice con un colega de Ensenada bajo un contrato con SEMARNAT (y contenía) los tres pilares de la sustentabilidad; por eso tiene una visión integral. Fue publicada en 2011 por la SEMARNAT y durmió en los cajones hasta 2018 que, bajo presión de la SEMAR, fue decretada. ¡Imagínense todo el tiempo que ha pasado (de 2011 a 2018) y mientras tanto no pasa nada! ¡Ese es el problema! Y cada vez que vamos al Senado y a la Cámara de Diputados, volvemos con lo mismo: tenemos que avanzar, México no puede dejar olvidados sus mares y costas, son el sustento de este país porque estamos rodeados de costas. Tenemos una obligación moral, científica y política de sacar adelante el tema de mares y costas”, indicó.

Después se abordaron los grandes retos que tiene la investigación oceanográfica en nuestro país. Mientras que Sergio Sañudo, quien colabora en el CICESE como profesor adjunto pero radica en California, no concibe que el costo del tiempo de barco para hacer un crucero se tenga que pagar con el dinero de cada proyecto, o que los recursos para un estudio tarden meses en ministrarse siendo que en Estados Unidos es cuestión de días, para Juan Carlos Herguera el reto está en hacer frente a los problemas emergentes: las arribazones de sargazo en el Caribe, la acidificación de los océanos, la desoxigenación en aguas subsuperficiales, la posible anticipación de las mareas rojas tóxicas, la mayor presencia e intensidad de huracanes.

En el caso del sargazo consideró que “la comunidad científica tiene formas de abordar el problema pero todavía no hemos encontrado la manera de articularlo con una política pública, con un aprovechamiento de esos recursos y con una interacción eficiente con la administración (SEMAR, SEMARNAT) para abordar ese problema que, año con año, se va convirtiendo en un problema mayor”.

Patricia Muñoz fue más radical. “Con el calentamiento global estamos perdiendo nuestros recursos de arrecifes coralinos mesoamericanos y ¿qué estamos haciendo? Nos está llegando el problema del sargazo, ¿y qué estamos haciendo? Tenemos 9 ó 10 años con este problema y todavía no nos ponemos de acuerdo si (el sargazo) es un recurso natural o si es un residuo o qué es, para poder hacer una ley emergente. ¡Vamos de rodillas!”

Aparte de la falta de infraestructura física, señaló que los procesos que faltan por estudiar incluyen el fondo marino “porque no tenemos cómo hacerlo”, y ahí está implícita la explotación de especies demersales que tienen un alto valor “y que vienen barcos extranjeros y se llevan nuestros recursos porque tienen con qué. Además, no hemos hablado de la contaminación que hay fuera de las aguas costeras. Es muy importante conocer cómo está esa contaminación, pero tenemos problemas para salir a la parte oceánica de nuestras aguas. El costo de un barco es de miles de dólares por día. ¿Quién los paga? ¿El proyecto? Hay que colaborar como lo hacen los colegas de la región norte del país, con Estados Unidos”.

Para finalizar, Sergio Sañudo hizo referencia al problema del cambio climático. “El mar lo está tomando mal. Que quede claro que éste es un problema existencial que va a afectar a todo el mundo. La solución no es solamente parar las emisiones de CO2 a la atmósfera (el tiempo de residencia del CO2 en la atmósfera es de 200 años; eso significa que aunque paremos las emisiones a la atmósfera en este momento, tendremos que sufrir 200 o 300 años de calentamiento y de los procesos asociados), sino que hay que bajar esos niveles (con) lo que se ha llamado las emisiones negativas”.

Éstas consisten en “esconder” el CO2 por unos 200 o 300 años (el tiempo que tardemos en hacer la transición energética a energías renovables) y al mismo tiempo bajar las emisiones.

“Ese es el nuevo tipo de ciencia que queremos ver en las zonas marítimas. Va a haber un mercado muy fuerte, que ya se calcula en varios trillones de dólares, para bajar el CO2 de la atmósfera y en donde el mar va a tener un papel muy especial porque hay que aumentar la superficie de los manglares, usar los mantos de Macrocystys y los cañones submarinos para guardar carbono. No son soluciones permanentes, pero nos darán 100 ó 200 años para bajar los niveles que tenemos ahora”.

El conversatorio “Los retos de las ciencias del mar en México” puede consultarse en:

https://es-la.facebook.com/CICESE/videos/745387719566187/