Ensenada, Baja California, México, 21 de mayo de 2021. El Golfo de México es una zona de gran importancia comercial; desde el turismo y la pesca, hasta la industria de los hidrocarburos. El crecimiento de estas actividades representa una amenaza para la vida marina.
En estas aguas, donde convergen las Zonas Económicas Exclusivas de Estados Unidos, México y Cuba, se encuentran más de 20 especies de cetáceos. En el norte del Golfo de México (aguas de Estados Unidos), los cetáceos han sido estudiados y monitoreados desde la década de los noventa. Desafortunadamente, para la parte sur, en aguas de México y Cuba, tal información es prácticamente desconocida.
Con el objetivo de coadyuvar en la creación de una línea base para los estudios de cetáceos en aguas mexicanas del Golfo de México, se analizaron datos de avistamiento de odontocetos (cetáceos dentados) para construir mapas de idoneidad ambiental.
Los mapas de idoneidad de hábitat brindan información acerca de en qué zonas, en este caso en el Golfo de México, existen las condiciones ambientales adecuadas para que las especies de odontocetos puedan sobrevivir a largo plazo.
“Para determinar la idoneidad del hábitat de cada especie utilizamos datos históricos de avistamientos georreferenciados (1980-2017), e implementamos un algoritmo denominado de máxima entropía (MaxEnt). Las variables ambientales incluidas en los modelos como predictores fueron la temperatura superficial del mar, concentración de clorofila, profundidad, pendiente y distancia a la isobata de 200 m. Este tipo de mapas son una primera aproximación para establecer una línea base en aguas mexicanas” indicó el Dr. Mario Rafael Ramírez, egresado del posgrado en Ecología Marina del CICESE.
Las especies que modelaron para determinar las áreas con condiciones idóneas fueron las siguientes: Cachalote (Physeter macrocephalus), cachalote enano (Kogia sima), zifio de Cuvier (Ziphius cavirostris), ballena piloto de aletas cortas (Globicephala macrorhynchus), delfín de dientes rugosos (Steno bredanensis), delfín de Risso (Grampus griseus), delfín moteado del Atlántico (Stenella frontalis), delfín moteado pantropical (Stenella attenuata), delfín listado (Stenella coeruleoalba), delfín girador (Stenella longirostris), delfín clímene (Stenella clymene) y delfín nariz de botella (Tursiops truncatus).
Aunque hay otras especies de odontocetos que habitan en el Golfo de México, como el cachalote pigmeo (Kogia breviceps), la orca pigmea (Feresa attenuata), la orca falsa (Pseudorca crassidens) y el delfín cabeza de melón (Peponocephala electra), fueron excluidas del estudio debido a que el número de avistamientos es muy pequeño.
La Dra. Concepción García Aguilar, investigadora del Departamento de Oceanografía Biológica del CICESE, compartió que Estados Unidos estableció un monitoreo de cetáceos para el norte del Golfo de México desde la década de los noventa, para ello se realizan campañas oceanográficas exclusivamente para esa labor.
“Para México y Cuba los pocos reportes encontrados son de oportunidad, es decir, de personas que se subieron a cruceros oceanográficos que iban a realizar otro tipo de trabajo. Veían, anotaban el avistamiento y lo reportaban. Esto nos deja con información restringida, pero muy valiosa porque nos permitió realizar estos mapas”.
De las 12 especies modeladas se encontró que el delfín nariz de botella (Tursiops truncatus) y el delfín moteado del Atlántico (Stenella frontalis), son dos especies que se distribuyen dentro de la plataforma continental, es decir, las condiciones en esta región fueron los más idóneos para estas especies.
“La profundidad, la temperatura superficial del mar y la pendiente del fondo fueron las variables que más contribuyeron a los modelados. Se ubicaron áreas de alta idoneidad para 10 especies en el talud continental y se identificaron cuatro regiones adecuadas: el Cañón del Mississippi y el talud Louisiana-Texas en el norte del Golfo de México, el talud oeste de Florida en el este-noreste del golfo, la vertiente del Río Bravo oeste-noroeste, y la vertiente Tamaulipas-Veracruz en el oeste-suroeste”.
Este trabajo resalta la importancia de establecer programas de investigación y monitoreo transfronterizo entre Estados Unidos, México y Cuba, no solo para crear una línea base de estudio sino también para desarrollar estrategias de conservación y mitigación en el Golfo de México, por ejemplo en caso de algún derrame de petróleo.
“Si sucede un derrame de petróleo no sabes exactamente por dónde se iría; esto depende de las condiciones atmosféricas y oceanográficas del momento. Nuestros datos funcionan para que en caso de alguna contingencia, cuando unes las modelaciones para derrames con la información biológica, no solo de cetáceos sino de la vida marina, entonces sabemos dónde pueden estar ciertas especies vulnerables y a ese punto dirigir las medidas de mitigación”, finalizó.
Fotografías: Cortesía de Mario Rafael Ramírez
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