Ensenada, Baja California, México, 18 de junio de 2021. “Baja California es una zona sísmica, por ello debemos entrar en una dinámica de vida para incrementar nuestra seguridad ante el fenómeno. No todos los daños son causados por edificios derrumbados; un gran número de personas heridas y daños materiales son ocasionados por los objetos que integran el mobiliario y las comodidades en nuestra casa, donde trabajamos o en la escuela”.
Lo anterior lo mencionó Luis Humberto Mendoza Garcilazo, investigador del Departamento de Sismología del CICESE y quien ha dedicado alrededor de 40 años a trabajar por una cultura sísmica en Baja California.
Riesgo sísmico, una medida que nos involucra a todos
El riesgo sísmico es la probabilidad de daño a bienes materiales y al número de personas lesionadas o muertas durante un sismo. Involucra, por un lado el peligro o amenaza y por otro la vulnerabilidad.
La amenaza o peligro se refiere a cuando una concentración de personas, en ciudades o comunidades, se encuentran habitando cerca de fallas activas. Esta amenaza, según explicó Mendoza Garcilazo, está presente en todo el norte de Baja California.
El segundo elemento para calcular el índice del riesgo sísmico es la vulnerabilidad; es decir, si la población, las construcciones y las ciudades están preparadas para el fenómeno. El último elemento es la exposición al fenómeno, la cual consiste en valorar los costos materiales y de pérdidas humanas.
El riesgo sísmico varía dependiendo de la región. En el Valle de Mexicali, compartió Mendoza, la amenaza es mayor por la cercanía a fallas, pero la vulnerabilidad es menor debido a las experiencias previas de sismos que les ha llevado a tener una mayor conciencia sísmica.
“En Tijuana y Ensenada la amenaza es menor, pero la vulnerabilidad es mayor, lo cual incrementa el riesgo sísmico. No sabemos cómo están construidas nuestras casas y se nos olvida que vivimos en una zona sísmica. En Tijuana hay deslizamiento en los cerros sin movimientos telúricos, esto deja sin casa a muchos habitantes. Crecemos para arriba y no estudiamos el suelo, estamos débiles y el riesgo en la costa se incrementa” indicó.
Otro factor que se toma en cuenta para calcular el índice de riesgo sísmico es el tipo de suelo sobre el cual están edificados escuelas, hospitales, casas habitaciones.
Mexicali es un valle plano y tiene aproximadamente 3 kilómetros de sedimentos en profundidad. El municipio de Tecate está rodeado y construido casi en roca. Tijuana tiene un suelo de un millón de años, a pesar de ello se le considera un suelo joven ya que en ese tiempo no logró compactarse, por ende sus suelos son suaves. Rosarito cuenta con suelos más o menos planos, pero antiguos y afectados por erosión.
“En Ensenada tenemos asentamientos en una buena parte de roca y otra parte de sedimentos que es por ejemplo el arroyo El Gallo y zonas costeras. A diferencia de Mexicali que tiene 3 km de sedimento nosotros tenemos solo 8 metros. Por todas estas diferencias cada zona urbana tiene un riesgo sísmico distinto”.
Existen diversos esfuerzos para lograr que Baja California sea un estado con cultura sísmica. Apropiarnos del conocimiento nos puede llevar a tomar mejores decisiones al momento en que ocurra un sismo. Participar en los simulacros, como el que se llevará a cabo el lunes 21 de junio de 2021, es una manera de caminar hacia ello.
Protección Civil de los cinco municipios y del estado de Baja California recomienda realizar un plan familiar para saber cómo actuar y proteger a nuestros seres queridos, a la comunidad y a nuestros bienes materiales.
Por último Mendoza Garcilazo invita a la población de Baja California a estar informados y preparados. Recordar que todos podemos actuar de una manera informada y responsable desde nuestros espacios. En casa contar con un plan, en nuestros lugares de trabajo conocer los protocolos de acción, y sobre todo tener presente que la prevención es tarea de todos.
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